Ya lo decía mi amigo Mark Twain:
"La diferencia entre la palabra adecuada y la casi correcta, es la misma que entre el rayo y la luciérnaga." Sin llegar a tal extremo, es increíble el poder que tiene en el lenguaje tiene una palabra de más o de menos o una más o menos afortunada. Por no hablar de los signos de puntuación:
http://news.bbc.co.uk/1/hi/magazine/4583594.stm Anoche me encontraba visionando uno de los programas de Juan y Medio, sí, el de los niños. El invitado de turno era Pepe Navarro y en esto que una niña regordeta con ojillos achinados cuando sonríe (Juan y Medio dice que son dos puñaladas en dos tomates) le empezó a decir que su abuela lo encontraba muy atractivo. En esto que Pepe Navarro la interrumpe y le pregunta si su abuela tiene la misma edad que él (él tendrá cincuenta y tantos, calculo) y entonces ella responde alegremente ...
"No, qué va, es más vieja TODAVÍA". Mi carcajada fue sólo parecida a la del público y el propio Juan y Medio que recalcó ese "TODAVÍA" para solaz (o quizás no tanto) de su amigo Pepe.
Es curioso lo que cambia la frase si la sustituimos por un "No, es mayor que tú", incluso por un "No, es más vieja que tú". La primera es inocua, la segunda inicua y la que eligió la chiquilla ... es simplemente genial :-).
Algo parecido (aunque por supuesto no igual), siento cuando alguien a mi alrededor utiliza expresiones del tipo ...
"Lo he hecho así porque es más óptimo".
"Esta solución es menos idónea".
"Me ha encantado. Mucho".
Puedo estar equivocado pero me suena que algo es óptimo o no lo es, es idóneo o no lo es y te encanta o no; por tanto el intentar precisar si es más o menos como si cupiera una gradación tiene a mi juicio toda la pinta de un error. En este caso, esa pequeña palabra de más o de menos no cambia tanto el significado de la frase (que todos entendemos) sino quizás la opinión sobre la persona que las emite.
En particular, leí recientemente la última frase así tal cual en un blog seguido multitudinariamente por ... multitudes (más de 548.000 visitas). Y fue leerlo y sentir que estaba leyendo algo raro así que tuve que releerlo para ver qué era lo que estaba mal. Claro, si hubiera dicho "Me ha gustado. Mucho", no hubiera sentido yo ese aguijonazo. Evidentemente eso no define a la persona que escribe; el mejor escribano suelta un borrón, pero sí que es cierto que los borrones de los escribanos cantan más que los de los legos.
Por otro lado, a saber las burradas que he podido yo escribir por ahí. Alguna vez he releído para encontrar una falta de ortografía (pero no se lo digáis a nadie) o alguna palabra repetida o ... y es que uno no es escribano (mucho menos en el sentido de notario), ni amanuense siquiera. De mi época de colegio vienen a mí un par de caligráficas anécdotas que no sé si haya podido contar aquí antes. La primera es que nuestra profesora de lo que ahora es primaria (1º-5º EGB), en alguno de esos años hizo una especie de calificación de alumnos a los que según sus cualidades asignaba una rima. La mía, compartida con otro compañero fue:
Para responder, ¡Arriba!.Sus manos parecen antenas,Para escribir, ¡Abajo!.Ya no son tan buenas. Y la segunda anécdota tiene relación con "Cocochiflancio Oviparín Victorioso", muñeco que había hecho y dejado para la clase una profesora auxiliar que pasó por la clase, la señorita Victoria. Era una especie de cocodrilo hecho con cartones de huevo como base. La clase propuso diferentes nombres y al final salió elegido "Cocochiflancio". Lo de Oviparín fue debido a que era un animal ovíparo y hacía poco que habíamos estado estudiándolos. Y por último lo de Victorioso era en honor a la profesora auxiliar.
El caso es que cada alumno tenía que inventarse algún cuento donde nuestra mascota fuera la protagonista y al final del trimestre (o el año), las mejores redacciones serían expuestas. Evidentemente ni que decir tiene que yo, que siempre he andado a tortas con mi soberbia más que con ningún otro de los pecados capitales, tenía que tener algún texto en esa exposición. Hice varios cuentos a tal efecto, cuentos que según recuerdo eran en cierto punto parecidos a los relatos que escribo hoy en día. Inventaba una historia que contuviese un par cosas reales y lo hilvanaba metiendo a Cocochiflancio por en medio. A ver si encuentro el libro en el que aparecían, tiene que ser curioso leer lo que escribí veinte años atrás cuando veía las cosas con los ojos de un niño que tenía alma de hombre (qué bonito me ha quedado :-D).
En fin, al grano. Algunos de mis textos fueron seleccionados, no lo recuerdo con exactitud pero imagino que comentarían lo que comentaron con algún otro texto posterior, que la historia era propia de un niño de mayor edad. Y es que yo soy viejo desde muy joven ;-). Todo era por tanto idílico, hasta mi soberbia hubiera quedaba saciada ... de no haber sido mi letra ilegible :-D. Fue prácticamente imposible mejorar mi letra y yo tuve, no sé si el honor o el deshonor de que mis cuentos se publicaran con la letra de algunas de las bellas caligrafías de las niñas de la clase. Todos excepto uno, se apiadaron de mí y uno lo pusieron con mi propia letra, imagino que el menos ilegible de todos.
Bueno, creo que esto es todo por hoy, al final la entrada ha acabado como el título de una de las aventuras de Cocochiflancio que participó en la exhibición: "Por los cerros de Úbeda" (aunque el cuento era mío, el título original era otro, pero la profesora lo cambió a éste que se adaptaba mejor al texto).
Un saludo, Domingo.
P.D. Desde que el teclado llegó a mi vida, mi caligrafía es siempre impecable, "muy impecable" :-P.