domingo, diciembre 10, 2006

Debajo en el puente

Debajo del puente en el río,
Hay un mundo de gente,
Abajo en el río en el puente ...

Me gusta esa canción de Pedro Guerra y me ha parecido apropiado empezar esta entrada entonándola . Se acaba el fastuoso puente, cuatro días (en mi caso) de asueto. Yo cambié miércoles por jueves de forma que el miércoles trabajé y el jueves lo dediqué a vaguear por casa sin hacer mucho salvo quizás darle un buen empujón al libro que caería al día siguiente si no recuerdo mal.

Tentado estuve el jueves de salir a correr o a jugar al fútbol, pero mi amiga la pereza salió en mi ayuda con la débil excusa de que la última vez que fui, al volver me dolía la rodilla. Para compensar, me propuse salir a correr por la playa al día siguiente.

El día siguiente fue viernes para todo el día, como diría mi amigo Antonio. Y aunque a juicio del párrafo anterior pudiera parecer que no iba a cumplir lo que me había propuesto el día anterior, sí que lo hice. Salí a correr por la playa, entre otras cosas porque lo necesitaba. Y lo necesitaba porque de nuevo había empezado a darle vueltas a según qué imposibles cosas.

Aquí lo curioso no es que cuando empiezo a desvariar y pienso que en realidad sí que es posible, que quizás si yo, entonces ella y luego ... indefectiblemente parece que salgo a correr por la playa (o simplemente a correr). Aquí lo curioso fue que esta vez no funcionó. En general, parece que patalear el suelo tiene la interesante virtud de bajarme más a la tierra. En este caso además es literal puesto que corría a nivel del mar. Tan a nivel del mar corría que un par de veces las traicioneras olas me pillaron desprevenido y acabé pisoteándolas, algo que ellas no notaron pero yo sí. Ese momento me sirvió además para descartar la analogía en la que estaba pensando. Pensaba que yo era yo y ella era el agua y entre ambos había un espacio que ninguno de los dos quería cubrir, ella porque no, y yo simplemente por orgullo herido. Pero el símil no era perfecto como se encargaron de demostrar las propias olas.

Pues como decía, esta vez no funcionó. Acabé casi con ganas de decir como Camilo Sesto: "Hola qué tal, ¿cómo te va?". A pesar de haberme prometido que dejaría que ella diera el próximo paso independientemente de cuál fuera éste. Bueno, quizás pueda decirse que una mala tarde la tiene cualquiera.

Así que me limité a descansar y a levantarme temprano el sábado para el partido de fútbol real, ése de las 9 de la mañana. Acabó el partido, me encontré en una forma aceptable y tras aproximar los frenos de la bici (veremos cuánto me duran así) llegué y me pegué una ducha. Tras la ducha vino el partido virtual, el primer partido en V división que afortunadamente también gané. Eso sí, los sueldos virtuales se han virtualmente disparado y es que se ve que fichar jugadores "sobrenaturales" es lo mejor para el rendimiento deportivo del equipo, pero no para la economía del club.

Por la tarde, con la satisfacción del deber cumplido, salí a dar un consumista paseo. Me acerqué al centro comercial con la sana intención de que el movimiento ayudara a mis pensamientos a estabilizarse y ordenarse. Aquí si tengo una analogía que puede ser buena y es que parece que las cabezas puedan ser como una caja de cerillas, desordenadas, a las que basta darles un buen meneo durante unos momentos para que al abrirlas nos encontremos todo perfectamente ordenado. Creo que ya comenté que me di cuenta de ello el día que tuve que hacer un trabajo manual para el que primero tenía que sacar todas las cerillas (fácil) y luego meterlas de nuevo de forma ordenada (fácil pero laborioso).

Bueno, enlazando con la carrera anterior, este paseo sí que me resultó más revelador. Bastó hacer (de forma inconsciente) una mini-lista de pros y contras para ver que la probabilidad de las cosas que había estado considerando eran más bien escasas. Y así, más cansado y más tranquilo, llegó esta mañana con el partido de fútbol matutino de los domingos (¿Ronaldinha seguirá con Aganzo o ya estará libre?, yo creo que esa mujer me conviene). Tras unas cuantas carreras de diferente intensidad (realmente no he llegado a sudar como yo acostumbro) el partido acabó con los habituales problemas de comunicación entre los miembros del equipo, problemas que no merece la pena reseñar.

Y esta tarde, pues esta tarde he visto "Cars" de Disney. Ha estado entretenida. Ha sido diferente de lo que yo me esperaba, que era algo más en el estilo de "Bichos" con toda la gente haciendo piña para conseguir un bien común. Por lo demás, el personaje de Rayo McQueen es inicialmente insufrible y va evolucionando hacia lo que se le presupone a todo un gran campeón, campeón como el coche legendario cuyo personaje realmente me ha encantado.

Y ¿a continuación?, pues a continuación el capítulo cuarto pues no sé muy bien por qué tengo casi más ganas de acabar la historia que de que se solucione la chapuza todavía irresoluta.

Un saludo, Domingo.