viernes, septiembre 15, 2006

Premoniciones

Esta entrada suena a película de M. Night Shyamalan. Premoniciones, señales ... por ahí van los tiros. El caso es que era la peli del Shyamalan que me quedaba por ver y además era un requisito imprescindible para ser miembro de pleno derecho del club Hannahandsisters así que la vi el sábado o el domingo pasado, no sé. La verdad es que no lo vi muy ilusionado y encima la atmósfera de la salita de mi casa tenía poco que ver con la oscuridad del cine por lo que las escenas de suspense y terror quedaron más bien mermadas. Resumiendo, es la que menos me gustó de Shyamalan.

Pero no van por ahí los tiros, los tiros van por la entrada anterior. Tenía desde hace un tiempo interés por contar algunas experiencias que me han sucedido últimamente y que casualmente podrían entrar en la categoría de las premoniciones (o similares). Ni que decir tiene que habrá poca gente que se fíe de una premonición menos que yo. Sólo el nombre ya arroja un cierto tufillo a Rappel que me hace por decir por defecto que no. Bueno, he aquí mi sucesión de premoniciones:

Hará una semana y poco, fui a donar sangre. Plasma, mejor dicho. Ya tocaba, ya habían pasado dos meses desde la donación anterior, y además era hora de saber qué tal había evolucionado mi hemoglobina desde entonces (la vez anterior estaba en el límite por abajo). Llegué y lo primero que vi fue que usaban un tensiómetro digital. Dije ... "Anda, habéis evolucionado, ¿no?" y entonces la chica me comentó que no, que sólo era para ella porque llevaba un apéndice auditivo externo (eso lo digo yo, no recuerdo cómo lo llamó ella pero vamos era un aparato en el oído). Imagino que no se podrá usar un estetoscopio porque el sonido no alcanzará bien el aparato.

En fin, el caso es que allí estaba mi amiga con pinta de estar supliendo a las titulares (eso era obvio, en verano tiene que ser así) y empecé a pensar que como la donación de plasma duraba un poquito, en algún momento podría preguntarle si había leído "Chamán", ya que el protagonista es sordo. Aunque tampoco sabía si se podría molestar. Al final no dio tiempo. También pensé en la gente que prefiere que no le atiendan los nuevos. A mí me da igual, al fin y al cabo tienen que aprender y pensé que nunca me había pasado nada. Hasta aquel día claro.

Me tomó la tensión, que estaba normal y me midió la hemoglobina, que también estaba normal, ya no estaba baja. Me puso los arreos e introdujo delicadamente la aguja en la sobresaliente vena de mi brazo derecho (en parte elegí el derecho porque sin ser la izquierda mala, la derecha es mejor). Miré como casi siempre miro y noté lo que no había notado nunca, que la aguja no terminaba de entrar. Fue a tomarme unas muestras y efectivamente la sangre apenas salía así que tuvo que profundizar algo más. A pesar de todo tenía la sensación de que había profundizado muy poco o de una forma equivocada. En esto que empieza el proceso y noto que la máquina iba más lenta que de costumbre, paraba y arrancaba. Eso pasa a veces (pero no tantas veces) si tienes demasiada hemoglobina o si dejas de abrir y cerrar la mano.

Total que empieza el proceso de retorno y entonces sí noto que me duele el brazo. Aguanto un poco hasta que acabe el primer ciclo (suelen ser siete) por si era temporal pero noto que no y llamo a la enfermera. Ella entonces levanta el algodón y veo que en la zona de la punción hay un edema de impresión (rima tonta pero me hacía ilusión, otra rima tonta). Pregunto entonces si es que la aguja se ha salido y me contesta que no, que ahí se para la donación pues la vena se ha roto (y yo sin parches para la bici). Me fui con mi vena rota a otra parte convencido de que al día siguiente tendría un buen hematoma que me duraría un par de semanas (de hecho todavía es visible). Hablando después con el médico, éste me confirmó mis sospechas, la chica debió haber profundizado más. Es un error relativamente común en enfermeros inexpertos y pacientes expertos (la vena también se va endureciendo por los diferentes pinchazos).

La verdad es que lo mismo al leer esto no hay muchas personas que se animen a donar, pero quiero que quede claro que es la primera vez en sesenta y tantas donaciones que me pasa. De hecho lo raro es que de tantas ocasiones, ninguna hubiera salido mal ¿no?. Además, que conste que la semana próxima volveré a ir a ofrecer el otro brazo y ya dejaré testimonio por aquí :-D.

Bueno, ésa fue la primera experiencia premonitoria. Con el resto intentaré ser algo más breve. La siguiente fue el domingo pasado. Fernando Alonso acababa de adelantar en boxes (bonita paradoja) y se colocaba tercero. Entonces, mientras disfrutaba de la publicidad, pensaba que era el momento idóneo para que o bien Raykonnen o bien Schumacher rompieran el motor y Alonso subiera un peldañito más en el podio. Y justo en ese momento el que empieza a echar humo es el Renault ... :-O. Vale, esta premonición no fue muy acertada, pero bastante es acertar que un coche va a romper como para encima acertar la marca, ¿no? :-D.

El lunes pasado tuve otra experiencia y de hecho ésta fue la que me convenció de hablar de ello en el blog. Me dirigía por la mañana hacia el trabajo, haciendo como últimamente los trescientos metros finales a pie (sí, estoy en plan deportista, pero además es que no hay aparcamiento más cerca). El caso es que, durante esos 5 minutillos largos que ando, voy pensando en mil cosas, en particular en los coches que pasan (no digamos si los conducen señoras) y todavía más en particular en ese mercedes con pasajeros infantiles enfundados en gorras de béisbol. Me da por pensar que mi jefe tiene un mercedes y unos hijos de edades parecidas, si bien su Mercedes tiene que ser más grande pues el que acaba de pasar es muy normalito. Sí, sí ... entro por la puerta y aparece por el ascensor el susodicho jefe con unos jovenzuelos a los que nos presenta como el nuevo tipo de personal que se va a contratar en la empresa y que curiosamente van enfundados en gorras de béisbol con evidentes ganas de pasar desapercibidos ... vamos digo yo. ¡Caramba!, a ver si voy a tener hasta dotes para esto :-D.

Y por último, una experiencia de ayer. Ayer echaba gasoil en una gasolinera que hay de camino a mi casa. Esperaba que el tiempo pasado allí no me hiciera llegar tarde a la cita que tenía con Giovanni para que éste y familia viera lo que un día llamo mis dominios y al día siguiente sólo mis deudas. Al final coincidimos los dos aparcando en la puerta así que el repostar vino hasta bien. Pero evidentemente no era ésta la premonición que quería contar. La premonición vino cuando saqué de la riñonera la cartera para pagar y justo en ese momento salió también un papel con un nombre y una dirección. Ese papel pareció cobrar vida propia pidiéndole al viento que lo alejara de mí, cosa que el viento hizo con escrupulosa efectividad. Y pensé que no sólo podía ser una premonición sino también una alegoría de la vida. Sólo el tiempo lo dirá lo que pensaré en un futuro cuando relea (si es que llego a releer) la cantidad de cosas que escribo, una con más y otras con menos sentido.

Bueno, y ya para despedirme, quisiera pedir tranquilidad en las masas. No es cierto que vaya a poner un 806 para adivinar a base de corazonadas cómo anda la gente de organo cardíaco, billetera o actividad laboral (no cuento la salud pues ya se dice que el trabajo lo es).

Un saludo, Domingo.