martes, diciembre 05, 2006

La cena en el barco

Anoche fui a cenar a un barco. Nada que ver con el "Dawn approach" de infausto recuerdo en el que hace casi siete años eché hasta la última papilla. Esta vez se trataba de un barco velero que no surca la bahía, es más, ni motor tiene. Es simplemente un barco restaurante de semilujo que tiene la intención de quedarse anclado en el puerto de Málaga durante diez años.

Aquí se puede ver la noticia de la inauguración (noticia que yo desconocía hasta ayer mismo, claro está):
http://www.20minutos.es/noticia/149355/0/barco/restaurante/publico/

Y en esta otra página se pueden ver las impresionantes fotos del barquichuelo. Hay que reconocer que se lo han currado a base de bien (las fotos andan por el final pero las diferentes cosas que van contando antes también son interesantes):
http://skyscrapercity.com/showthread.php?t=377190

Bueno, todo empieza cuando durante la mañana y la tarde del lunes tenemos una serie de reuniones con nuestro jefe francés. En la última de las reuniones nos comenta mi jefe español a un compañero y a mí si queremos ir a la cena. Ambos declinamos la oferta (todavía recuerdo a aquel caballero comprador, en el Leroy Merlin, que se declinaba por la primera opción) que no pues nos pillaba lejos y además creo que pensábamos que nos lo decían simplemente por cumplir. Poco después, mientras preparaba rápidamente una mini-planificación, me volvieron a insistir para que asistiera por lo que evidentemente ya no podía rechazar la invitación. Además ya me comentaron que el sitio sería el anteriormente mencionado barco, por lo que además tampoco tenía la excusa de la distancia y por supuesto acepté. Y allí fui yo como invitado pobretón, casi diría yo, entre gerentes y gerenciables.

Por cierto, la entrada al recinto portuario, al menos hasta donde está el barco, es un pelín rebuscada. Tienes que entrar por la entrada principal del puerto, pasar por la garita explicando a dónde vas y ellos ya te indican el sinuoso camino que hay que seguir. El lado positivo es que puedes aparcar gratis al lado del barco. Una vez que entras en el barco, lo que se ve es lo que aparece en las fotos, evidentemente y tras la vueltecita de rigor en la que se puede apreciar lo bonito que lo han dejado y la cantidad de madera que tiene por dentro y por fuera, ya se puede pasar al comedor.

Allí pasamos y mientras esperábamos al resto de los comensales, el camarero nos explicó que todavía hay un carpintero trabajando exclusivamente en el barco, que no tiene motor pues al contrario de lo que nosotros pensábamos no está pensado para ir atracando en diferentes puertos sino en ser un restaurante permanente aquí en Málaga y alguna que otra cosilla más. Entre otras, que antes eran 50 empleados y ahora son 25. Y es que el barco tiene que ser deficitario por fuerza, de hecho, anoche sólo cenamos allí 6 personas: nosotros. Por lo visto los fines de semana sí se anima más la cosa, pero se ve que la falta de promoción, el lugar no demasiado adecuado donde estará emplazado los dos primeros años y por último sus precios poco populares hacen que un lleno esté complicado.

Para quien quiera hacerse una idea, el cubierto cuesta 6 euros, un entrante ronda los 12 euros, un primer plato ronda los 24, un postre entre 6 y 9 y todavía falta el vino y el 7% de IVA, si mal no recuerdo. Evidentemente es un sitio para cenas de semilujo (o de lujo entero) y me temo que yo sólo lo pisaré en comidas o cenas de empresa.

Bueno, eso es más o menos todo en cuanto al barco. En cuanto a la cena, en sentido amplio, estuvo muy bien. La comida era buena (ya les valía), la camarera guapa y la compañía resultó agradable. Pasamos la noche cambiando del inglés al español ya que los españoles sabíamos poco francés y el francés sí hablaba un español decente así como un buen inglés. Al final, de mi proyecto, asistí yo solo pues el resto de personas no pudieron ir por uno u otro motivo, pero eso no fue óbice ni cortapisa para que la velada resultara bastante agradable.

Y por último, cuando iba y venía en el coche de mi hermano, no dejaba de pensar en una cosa. Realmente era una situación típica de película americana. Abogado a punto de subir a socio en el bufete y matrimonio joven celebrando que las cosas van bien en lo profesional y geniales en lo personal. A continuación se ve la misma pareja 20 años después con el matrimonio casi roto, él pasando cada vez más tiempo en el bufete y a punto de irse a vivir con la secretaria con la que tiene un affaire y la sufrida mujer a cargo de los niños y la casa. Aunque para ser honestos, en cómo estaría la situación a los 20 años no pensé mucho, pensé más en que a la vuelta no contaría a nadie cómo había ido todo ni conjeturaríamos acerca de cómo podría evolucionar el futuro cercano. Pero bueno, imagino que esas historias también pasan en los Estados Unidos aunque no vayan a la gran pantalla ;-).

Un saludo, Domingo.