Una vuelta más
Pues sí, el plan diseñado por y para mí está surtiendo efecto. Siento de nuevo cómo vuelve la velocidad, mejor dicho, cómo desaparece la indolencia de mis piernas. Hasta ahora estaba corriendo hasta el polideportivo, una vez allí daba cuatro vueltas y luego regresaba a casa. Tiempo estimado ... una hora. Cuando empecé a correr de nuevo, el tiempo real era una hora y uno o dos minutos, ahora noto que voy bastante más rápido, así por encima yo diría que 57-58 minutos. Es por tanto el momento de ampliar en una vuelta más la parte del polideportivo.
La eficacia de este procedimiento quedó probada en el 2002 cuando perdí los famosos 15-20 kilos a base de correr mi horita diaria. Empecé dando dos vueltas a un mini-circuito callejero al lado de mi casa. Tiempo total, veintitantos minutos. Eso fue sólo para calentar pues hacía mucho tiempo que no corría. Al día siguiente y durante aproximadamente una o dos semanas estuve dando tres vueltas (cada vuelta equivalía a 1,1km aproximadamente). En cuanto me sentí a gusto en la distancia, aumenté a cuatro y poco después a cinco vueltas. Por aquel entonces estaba haciendo el kilómetro en unos diez minutos (los que corran sabrán cuán pobre es este resultado). Poco después llegaron las seis y las siete vueltas. Pero en estas ocasiones ya lo que bajé fue el tiempo por kilómetro, de forma que siempre corría una hora, pero a más intensidad.
Llegué así a correr ocho y nueve vueltas (diez kilómetros) en una hora. Estaba contentísimo, un atleta normal no irá a menos de quince kilómetros por hora, pero yo prácticamente había doblado la velocidad y el tiempo. A los ocho meses estabilicé mi peso y durante casi otro año más seguía corriendo (aunque quizás sólo dos o tres veces a la semana), pero sin bajar de peso.
En el verano del 2003 dejamos de jugar al fútbol y mi cuerpo lo notó. Además cuando volví después empecé a tener molestias en la rodilla derecha y en los talones, motivo por el cual dejé de correr (ignaro de mí, pensaba que eran las carreras en vez de el fútbol lo que me causaba esas molestias). Así engordé unos seis o siete kilos y entonces Chicago vino a mi rescate. Allí hice uso y abuso del gimnasio que el edificio tenía a mi disposición y volví a ponerme en forma. En este caso no fue un circuito alrededor del barrio, sino máquinas de andar/correr junto con una cena compuesta fundamentalmente de ensaladas o arroz para enjugar las comilonas típicas de los mediodías :-).
Como anécdota curiosa, allí hacía una pasada por las diferentes máquinas (uno de mis ideas/sueños es comprar una básica y ponerla en el piso en ... algún lado) y luego iba a las máquinas de correr. Las máquinas, por supuesto, contaban la distancia en millas, así que tuve que empezar corriendo a cuatro millas por hora e ir subiendo hasta llegar a las cinco o las seis (el equivalente de los diez kilómetros de aquí). Aunque la gran diferencia la suponían los televisores. Mientras corría, veía noticias, alarmas de tornados en estados cercanos, campeonatos de billar o las finales de la NBA que en aquel año ganaron los Pistones de Detroit apalizando a Shaq & Kobe :-). Ahh qué tiempos aquéllos.
Y de forma cíclica, el 2005 y comienzos del 2006 supuso desandar otra vez un poquito de lo andado de forma que otra vez hay que luchar contra los kilómetros y contra la báscula. Por lo pronto la cosa va bien, me siento perfectamente y el domingo pasado corrí por el campo de fútbol como hacía tiempo que no corría. Todavía tengo que perder unos tres/cuatro kilos para volver a lo que ha sido mi peso ideal, alcanzado un par de veces, pero estoy convencido de conseguirlo, blog mediante :-D.
Un saludo, Domingo.
La eficacia de este procedimiento quedó probada en el 2002 cuando perdí los famosos 15-20 kilos a base de correr mi horita diaria. Empecé dando dos vueltas a un mini-circuito callejero al lado de mi casa. Tiempo total, veintitantos minutos. Eso fue sólo para calentar pues hacía mucho tiempo que no corría. Al día siguiente y durante aproximadamente una o dos semanas estuve dando tres vueltas (cada vuelta equivalía a 1,1km aproximadamente). En cuanto me sentí a gusto en la distancia, aumenté a cuatro y poco después a cinco vueltas. Por aquel entonces estaba haciendo el kilómetro en unos diez minutos (los que corran sabrán cuán pobre es este resultado). Poco después llegaron las seis y las siete vueltas. Pero en estas ocasiones ya lo que bajé fue el tiempo por kilómetro, de forma que siempre corría una hora, pero a más intensidad.
Llegué así a correr ocho y nueve vueltas (diez kilómetros) en una hora. Estaba contentísimo, un atleta normal no irá a menos de quince kilómetros por hora, pero yo prácticamente había doblado la velocidad y el tiempo. A los ocho meses estabilicé mi peso y durante casi otro año más seguía corriendo (aunque quizás sólo dos o tres veces a la semana), pero sin bajar de peso.
En el verano del 2003 dejamos de jugar al fútbol y mi cuerpo lo notó. Además cuando volví después empecé a tener molestias en la rodilla derecha y en los talones, motivo por el cual dejé de correr (ignaro de mí, pensaba que eran las carreras en vez de el fútbol lo que me causaba esas molestias). Así engordé unos seis o siete kilos y entonces Chicago vino a mi rescate. Allí hice uso y abuso del gimnasio que el edificio tenía a mi disposición y volví a ponerme en forma. En este caso no fue un circuito alrededor del barrio, sino máquinas de andar/correr junto con una cena compuesta fundamentalmente de ensaladas o arroz para enjugar las comilonas típicas de los mediodías :-).
Como anécdota curiosa, allí hacía una pasada por las diferentes máquinas (uno de mis ideas/sueños es comprar una básica y ponerla en el piso en ... algún lado) y luego iba a las máquinas de correr. Las máquinas, por supuesto, contaban la distancia en millas, así que tuve que empezar corriendo a cuatro millas por hora e ir subiendo hasta llegar a las cinco o las seis (el equivalente de los diez kilómetros de aquí). Aunque la gran diferencia la suponían los televisores. Mientras corría, veía noticias, alarmas de tornados en estados cercanos, campeonatos de billar o las finales de la NBA que en aquel año ganaron los Pistones de Detroit apalizando a Shaq & Kobe :-). Ahh qué tiempos aquéllos.
Y de forma cíclica, el 2005 y comienzos del 2006 supuso desandar otra vez un poquito de lo andado de forma que otra vez hay que luchar contra los kilómetros y contra la báscula. Por lo pronto la cosa va bien, me siento perfectamente y el domingo pasado corrí por el campo de fútbol como hacía tiempo que no corría. Todavía tengo que perder unos tres/cuatro kilos para volver a lo que ha sido mi peso ideal, alcanzado un par de veces, pero estoy convencido de conseguirlo, blog mediante :-D.
Un saludo, Domingo.
1 Comments:
Domingo:
Hay que andar. Miguel Delibes nunca ha tomado ninguna decisión sentado. Siempre lo ha hecho paseando.
Saludos
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