martes, junio 27, 2006

Cuando menos te lo esperes

Una frase familiar que escuchas ... cuando menos te lo esperas. Bueno, en realidad no, hay circunstancias en las que es obvio que va a salir a relucir, como lo ha hecho hoy. Sin embargo, hoy sí me he puesto a pensar al respecto.

He llegado hace un rato de lavar el coche, no en vano le hacía falta. Hacía calor, pero no excesivo y la hora que he pasado frota que te frota, limpia que te limpia no ha sido muy pesarosa. Me ha servido para ver la cantidad de arañazos y roces que lleva encima mi pobre coche al que se le van notando por fuera los años que tiene, cinco y medio conmigo, seis y pico en total. Algunos arañazos los he podido reconocer como obras mías, otros como causados accidentalmente por algún coche que aparcara o desaparcara y algunos más como producto de esa gente tan maja con complejo de tatuadores y que manejan sus llaves de forma torpe. Al menos no veo en sus arañazos ninguna obra de arte.

Ha pasado así la hora con mi mente ocupada en multitud de pensamientos. Pensé en las mujeres que me han hecho daño a aquéllas a las que he dañado yo (daño voluntario o involuntario) y cómo en este segundo caso, siempre me he disculpado aunque fuera de forma tardía.

Pensé también en el blanquecino color de mis piernas, que contrasta con el moreno de cara y brazos o con el moreno de la rodilla izquierda. ¿La izquierda? ¿y por qué la izquierda?. Pues porque la derecha últimamente suele llevar una rodillera y los rayos de sol le alcanzan con menos asiduidad que a la otra. La rodilla derecha tiene un color intermedio, diferente a gemelos, muslos o la otra rodilla :-D.

Pensé también en la vuelta al trabajo la semana próxima, el curso que tengo planificado y cómo afectará eso a las obras del piso. En principio no debería afectar demasiado pues entre esta semana y la próxima deberían quedar listas obras y pintura, dejando el montaje de la cocina como gran traca final.

Y pensando pensando, acabé de lavar el coche y subí para la casa, encontrándome por el camino con una vecina embarazada de 4 meses con la que había hablado unos minutos antes cuando ella aparcaba su coche y subía con su hija de unos 5 añitos, una niña muy formalita. Allí se encontraban además otras primitas de la pequeña, una graciosísima de unos 3 años y otra de uno aproximadamente con unos ojos azules de impresión. Todas ellas con la abuela y la madre de la mayorcita que era la que acababa de llegar.

¿Mi comentario?, el típico: "¡¡Esto parece una guardería!!". No es que fuera muy original , la verdad, pero es que a veces, casi siempre, soy muy previsible. La respuesta, inesperada para mí en ese momento, me dio directamente en la línea de flotación: "Puesa nada, cuando tengas uno te lo traes para acá si es que éstas no han acabado conmigo todavía"

Pensé: "Upps, elegí la táctica errónea, hay que intentar salir de aquí con cierta soltura y autocrítica".
Respondí: "Bueno, de aquí a que yo tenga uno ... vamos a ver porque al paso que voy todavía queda bastante". Y claro, lo había puesto a huevo ... "Eso, cuando menos te lo esperes" :-D.

Intercambiamos alguna que otra frasecilla inocua antes de despedirnos y antes de que yo tuviera que bajar de nuevo porque me había traído conmigo el rastrillo para los cristales del coche. Y una vez ya en la paz familiar y examinando las heridas, mi mente matemática tomó el relevo:

"Cuando menos me lo espere", eso sin duda quiere decir ahora. Dudo que haya otro momento en mi vida en el que lo vaya a esperar menos que ahora. Así que de tener razón mi vecina, el momento es inminente, lo cual es más que improbable, así que sólo queda la opción de que no tenga razón, o bien que yo no haya entendido del todo alguna de las hipótesis del problema. Optemos por lo segundo, eso en matemáticas significaría que la función que dice cuánto esperas tener un hijo tiene que tener un mínimo en algún lado, mínimo que yo estoy situando aquí y ahora.

En realidad como lo de tener un hijo es un proceso, y ésa era la dirección a la que apuntaba mi contertulia. Mañana puedo conocer a alguien, gustarnos, se nos va la cabeza, nos casamos en breve y el año que viene por estas fechas estoy invitando a puro y copas a los amigotes del bar. No estaría hablando de un mínimo en un punto, sino en un intervalo. Bueno, vale, creo que se puede generalizar sin problemas. Pero sigo pensando igual, en el mejor de los casos, ahora mismo es un momento igual de improbable que cualquier otro. Por tanto si lo que ha dicho acaba siendo cierto, "ahora mismo" es un candidato ideal ... pero se me escapa una cosa, ella sólo ha dicho que sería un momento en el que menos me lo esperase, pero no cuál de estos momentos en el caso de haber varios.

Total que tras darle varias vueltas, no he conseguido llegar a ninguna conclusión, satisfactoria o no. Malditas matemáticas, desde que yo las traicioné, ellas no me ayudan mucho ;-).

Un saludo, Domingo.

2 Comments:

Blogger Lidia said...

Si el momento ha llegado, no hay que esperarlo. Si no ha de venir, señal de que es ahora. Y si ahora no fuese, habrá de ser después: todo consiste en hallarse prevenido para cuando venga.

Qué raro... yo, citando a Shakespeare :P
Un saludo!

7:24 p. m.  
Blogger Domingo said...

Pues mira que me gustaría llevarle la contraria al bueno de Billy, pero los "blogs" que dejó son más leídos que el mío y parecería pretencioso enmendarle la plana en un comentario :-o.

Bueno, ahora que lo pienso, eso no me ha detenido nunca, ¿por qué habría de hacerlo ahora? :-). Curiosamente esta frase me recuerda otra del "Reloj de Könishberg" sobre la que también estuve pensando mientras lavaba el coche y que olvidé mientras escribía el post. Sin embargo, la frase es tan buena que merece una entrada para ella sola, entrada que probablemente le daré de aquí a unos días.

Un saludo, Domingo.

8:48 p. m.  

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