miércoles, mayo 03, 2006

El viaje (vuelta)

Me levanté sobre las 9 y pico (hora de España). Me pegué una ducha, recogí todo y dudé si desayunar y llevar las cosas al coche o llevar las cosas al coche y desayunar. Opté por lo primero. Desayuné un par de bollos con queso y jamón cocido y un vaso de zumo de naranja. Sí, el mismo zumo de naranja que servían el día anterior. Es en realidad un refresco sin gas, con un 8% de contenido en zumo, pero estaba bueno. Bueno, desayuné, pagué ... 25 euros :-o. En el papel que me habían dejado con la lista de los hostales cercanos y el precio, ponía 44 euros la noche, pero no, eran sólo 25 y era la típica habitación doble para uso individual. Ya le dije a mi hermano y a un vecino que si querían venir, que lo hicieran que en mi habitación una cama no se usaría, pero no me hicieron caso.

Bueno, saqué mis cosas de la habitación, le dejé la llave a la chica que estaba en recepción y apunté con la PDA hacia Badajoz, más concretamente hacia una avenida que me sonó a importante. A la entrada de Badajoz encontré una gasolinera Galp en la que reposté 30 euros de gasoil, lo suficiente para llegar a Málaga con algo menos de un cuarto de tanque. El precio, 0,990 euros/litro, lo más barato que había visto en casi todo el trayecto. En Málaga pensaba ya llenar de nuevo pues cuando salí estaba a 0,987. Más tarde comprendí que podía haber llenado en Badajoz que no hubiera pasado nada :-).

Limpié en la gasolinera el parabrisas de los mosquitos que allí se habían inmolado de forma involuntaria durante las últimas casi 30 horas. En el camino de vuelta se inmolarían al menos el triple. El caso es que ya con mi parabrisas limpito me interné en la ciudad y tuve además el acierto (probablemente será inevitable) de hacerlo por uno de los puentes que cruza el Guadiana.



Allí desconecté el GPS pues ya no me iba a poder ayudar mucho, aparqué donde pude (perfectamente, eso sí, pues era un aparcamiento público de una urbanización al ladito del puente) y estiré las piernas rumbo al puente por donde acababa de pasar y desde donde tomé un par de fotos. Poco tiene que envidiar este Guadiana a nuestro Guadalmedina, si no fuera porque este último está seco :-).

Volví al coche y decidí intentar ver la catedral y la alcazaba que parecían estar bien señalizadas. Seguí mi instinto aventurero y llegué a la plaza de España. Arreón de adrenalina patriótica. Allí estaban la Catedral y el Ayuntamiento. Lo que no sé es si habría tantas tonterías acerca de las realidades nacionales, reales o inventadas. Bueno, a lo que vamos. Aquí hay un par de fotos:





Éste coincidió con probablemente el peor momento del viaje. Aparqué en la misma plaza, sorprendido de encontrar aparcamiento de forma tan fácil y no había hecho sino bajarme y armar la cámara cuando aparece el gorrilla. ¿Será posible?. En fin, es el peaje que uno tiene que pagar si no quiere correr riesgos o liarse a tortas, una de dos. Y como yo soy más de los primeros que de los segundos, negocié. No llevaba suelto y lo único que tenía era una moneda de dos euros. El gorrilla me dijo que él me la cambiaba y al darle yo la moneda, me devolvió una sonrisa impecablemente trufada de negros corales. "Ahora después te lo doy", me dijo. Insistí en que me lo diera en el momento pero no hubo forma, ya había perdido los dos euros. El timo me dolió menos que aquél que ya relaté una vez de la bombona de butano, pero también dolió. Ahora que lo pienso con más calma, está bien que nos pasen esas cosas. Te enseñan la humildad que probablemente te falta cuando ves a semejante truhán salir triunfante ante una persona, probablemente de mayor nivel cultural, de mayor inteligencia, pero no más lista.

Volviendo al tema, el gorrilla se fue con los dos euros a por los que vino, quizás a gastárselos en vino con sumo placer divino. Volvió al rato a intentarlo con un grupo que estaba allí para asistir a un bautizo (o eso parecía). Aproveché el momento para ir a pedirle el cambio. Otra vez me lo negó, sobre todo porque ya no era necesario comer como antes, sino comprarse las medicinas del corazón que le había recetado el médico en Domingo y que no podía comprar en la farmacia. Tras este intento fallido, se fue por uno de los callejones y ya no volví a verlo.

Pasando a cosas más interesantes, aproveché para entrar en la Catedral, pero estaban dando misa y no se admitía la entrada a turistas. Paseé por la entrada unos minutos y escuché parte de la homilía que el sacerdote oficiante estaba pronunciando. Hablaba si no recuerdo mal de Santo Tomás y su "si no lo veo no lo creo". Sólo que a mi juicio fue cruento de más ya que no describió a alguien palpando en las llagas, sino a alguien metiendo el puño y creo recordar que dijo algo acerca de apretar el corazón. Vi también a un sacerdote esperando en uno de los 6-8 confesionarios que había. Posteriormente vi a otro, quizás el mismo, en otro confesionario tomando confesión a un niño de unos 10 años acompañado de su hermano o su padre. Quizás sean estampas más normales de lo que yo creo, pero al menos yo hacía mucho tiempo que no lo veía.

Salí de nuevo a fuera a esperar que acabara la misa. Pregunté a una barrendera por si ella sabía el horario de la misma y ella me dijo que no. En cambio, un amable mendigo que abría y cerraba la puerta a todo el mundo sí lo sabía. Era un hombre mayor, unos sesenta, portugués y arrastrando una ostensible cojera. Y no me pidió nada ni pedía nada a los turistas a los que abría y cerraba la puerta. Sólo lo vi acercar el vaso a las personas que habían ido a la iglesia. Ignoro realmente el porqué. En cualquier caso mi rabia contra el gorrilla aumentó pues ahora no tenía nada que darle a ese hombre tan diferente al primero. Eso en realidad nos es cierto, tenía un par de billetes, uno de 5 euros por ejemplo. Quizás debí habérselo dado.

Volví a entrar cuando la misa acabó y vi que la planta no era, al menos aparentemente una cruz. Hasta la iglesia de Alandroal tenía como planta una cruz. Sé realmente muy poco de catedrales y lo poco que sé, es gracias a "The pillars of the Earth", aunque por supuesto ya se me ha olvidado casi todo. Pero lo de la planta en forma de cruz es difícil de olvidar y en este caso, si lo era, debía ser una cruz muy poco acentuada, parecía mucho más una planta rectangular.

Discusiones arquitectónicas aparte, en la siguiente foto se pueden ver algunos elementos interesantes. Se pueden ver los confesionarios, se puede ver la cadena con el cartelito que avisa de que no está permitida la visita en horario "de atención al público" un poco del fondo, del tipo de bóvedas y ... la pedazo de pantalla de plasma. Había varias distribuidas por la catedral. Quizás emiten por ahí la imagen en caso de acontecimientos importantes, para que nadie se lo pierda por estar situado en una posición desafortunada.




Salí de la catedral y dudé si llegarme a la Alcazaba, pero el camino aparentemente era andando y eran ya la 1 de la tarde. Así que cogí el coche y salí rumbo a Málaga. Ahí pensaba yo que se acababan mis aventuras. Estaba equivocado.

La verdad es que tampoco es como para llamarlas aventuras, pero al menos sí anécdotas. Puse el GPS rumbo a casa y empecé a rodar por las carreteras que recordaba del día anterior. Eso fue hasta que llegué a Almendralejo pues allí el GPS me hizo pasar por el medio de la ciudad. No recordaba haber pasado por el medio de la ciudad el día anterior, es más no lo hice pues no pasé por ninguna vía de trenes, ni pasé por una plaza con una escultura de una señorita escultural, valga la redundancia ni pasé por una iglesia con el exterior atestado de gente celebrando no sé si alguna boda o alguna comunión. Sobre la escultura, me sonaba y me suena mucho. Pero no sé muy bien de qué.



Eso sí, tuve que dar la vuelta a la plaza y de buena gana hubiera dado otra más porque la chica estaba realmente para mojar pan. ¿La modelo no estará leyendo esto, verdad? :-). Bueno, salí de Almendralejo y continué mi camino arrollando a cuanto mosquito suicida salió a mi paso. Creo que ya lo comenté, pero en la vuelta el número de mosquitos prácticamente triplicó al de la ida.

Y ya la última anécdota navegadora es la siguiente, llegando a Huelva (provincia), el GPS me hizo otra de las suyas. Me dijo que tenía que tirar por el siguiente camino:



Y yo obediente e imbécil a partes iguales, le hice caso. En mi descargo diré que también estaba señalizado como camino para ir a Sevilla y justo 20 metros más adelante se veía una carretera bien asfaltada, aunque sin señal aparente. El caso es que fui por esa vía forestal durante un kilómetro aproximadamente y desemboqué al lado de la carretera, pero sin aparente posibilidad de alcanzarla salvo que tu coche fuera un 4x4 (había señales de que los 4x4 sí pasaban bien). Un análisis más exhaustivo me llevó a descubrir la última vereda que conectaba con la carretera. Ten GPS para esto.

Sobre las 15:30 o así paré en Sevilla a comer. Descansé unos minutos y a continuación proseguí mi camino. Encontré algo que ya había visto a la ida y que no era más que una gasolinera de un Eroski con el combustible 3 ó 4 céntimos más barato. Y allí fui yo con la intención de ahorrarme uno o dos euros, no más. Pero no, era domingo y se ve que la gasolinera sólo abre los días en que está abierto el centro comercial. Mala suerte.

Sobre las 18:00 llegué a Málaga. Paré en la gasolinera de al lado de mi casa. ¿El precio?: 0,993. Eso me pasa por no haber llenado en Badajoz, aunque realmente me faltó un cuarto de tanque, tampoco es que hubiera "perdido" mucho. Lo que no recuerdo es si seguía allí el coche que vi a la ida. El de la foto adjunta. Lo que es seguro es que el lunes cuando volví de visitar el piso ya no estaba. Y hoy he visto dónde estaba y creo que sé lo que ha pasado. Ahora mismo, al menos hace unas horas, estaba colocado en la misma postura, pero unos 50 metros más abajo, aparcado en batería junto con otros y formando un curioso espectáculo. En la zona donde yo lo vi por primera vez, no se veía ni se ve ningún tipo de rastros de accidentes y semejante vuelco era como para dejar un buen rastro. Además el coche tenía un ligero porrazo en una aleta, pero el resto aparentemente bien. Mi conclusión es que el coche estaba siendo transportado por algún tipo de grúa, se desenganchó y cayó por un lado, golpeando el suelo con el morro sólo por un extremo y dándose la vuelta a continuación. Suena raro, pero como decía Sherlock Holmes, una vez descartado todo lo imposible, lo que queda, por improbable que sea, es la verdad. Bueno, cierto es que me quedan muchas otras hipótesis por descartar pero al menos ésta me vale.

Y reconduciéndome una vez más, la última por hoy, así y aquí acaba el viaje. Un viaje que gracias a Dios acabó bien, muy bien. Y éste, a diferencias de otros muchos, podré recordarlo, al menos un poquito, dentro de unos años cuando vuelva a leer esto. Gran invento estas memorias portátiles.

Un saludo, Domingo.