El Cristo de la legión
Anoche estuve de procesiones. Unos amigos me llamaron, cenamos y luego vimos un rato las procesiones. En primer lugar fuimos a ver la salida de la Esperanza. Imagino que Pedro seguirá saliendo con ella, no tenía desde luego pinta de perder esta devoción las últimas veces que nos vimos. Pero bueno, ése es otro tema.
El caso es que allí estaba, o mejor dicho, allí estábamos esperando a que saliera cuando veo pasar una cara ... o casi mejor dicho una complexión conocida. ¡Si parece Giovanni!. Y no es que lo pareciera, es que era él. Allí estaba con su mujer y una amiga de la mujer. Giovanni como buen ateo se sabía de dónde salen y por dónde pasan todas las procesiones y su mujer como buena mujer lo convenció para que la llevase. Nada de lo que extrañarse. Pues eso, que ya me pasé por allí, los saludé y estuve departiendo un rato. Hablamos del trabajo, para no variar. De los franceses, de los jefes y de los subordinados ... no quedó títere con cabeza :-). Hablamos también de la Solaris, las problemáticas bases de datos y los tejemanejes para poder ir tirando.
Hablamos un poco de todo, pues su mujer casi que se cabreó un poco de tanto hablar de trabajo y ya, entre otras cosas, estuvimos hablando de la televisión, o mejor dicho de Goku que es la serie que le están poniendo a su hijo :-). Por cierto, su hijo (en casa) lucía un buen chichón, el típico chichón que se produce Spiderman cuando lucha con el Doctor Octopus, y no calcula bien la caída, pero afortunadamente no fue nada más. Estuve con ellos hasta casi las 12 o así que sería cuando empezaba a salir la Virgen, momento en el que yo volví con mis amigos.
En ese momento, tras cambiarnos estratégicamente de posición, vimos la esperada salida. Esperada por los devotos mucho más que por nosotros, imagino. Pues la Esperanza llevaba unos años que no salía por las lluvias. Tras ver la salida, sobre las 00:30 estábamos en posición para ver al Cristo de Mena, el de la Buena Muerte. El paso estaba previsto sobre la 1:00 y procedimos a esperar pacientemente entre la multitud. Ahí volví a confirmar que no me atraen las aglomeraciones y eso que la zona no estaba tampoco especialmente concurrida. Una cosita normal. Durante el tiempo de espera tuve la posibilidad de darme cuenta de diferentes cosas:
Por otro lado, dando el contrapunto estaba un hombre en su treintena, con las facultades mentales ligeramente mermadas y ataviado de legionario. Según parece intentó entrar y no lo admitieron, pero él lleva el amor al cuerpo dentro y lo pasea durante todo el año, siendo, como no podía ser de otra forma, objeto de burlas por parte del malagueño medio. Vamos lo que en todo el mundo se conocería como un pobre diablo que para colmo no se sabía el himno y lo poco que cantaba lo cantaba a destiempo. Me dio pena que nos metamos (yo el primero) con este tipo de personas.
Después de esos momentos de arrobo por los que probablemente mereció la pena la espera, esperamos de nuevo, aunque esta vez menos, a que pasara la Virgen con la Marina. En ese momento de descanso me puse a pensar en la Semana Santa que estaba viviendo. Por cierto que no pensé en lo trabajosos que están los franceses, eso afortunadamente lo dejé para el lunes próximo cuando volvamos al tajo. Pensé en otras cosas, pensé que la espera se hace más corta si estás con alguien, pensé en que estaba allí cuando podía haber estado parte de esta semana o de la próxima conociendo Alemania, pensé en que quizás no soy tan diferente del resto de la gente y que incluso podría gustarme ver procesiones por televisión y probablemente pensaría en más cosas de las que ahora no me acuerdo.
Y en esto que llegó la marina, bastante descafeinada después de ver la legión y donde además algunos mandos llevaban unas greñas que denotaban no ser conscientes de que allí fundamentalmente aportaban imagen. Me lo hizo notar mi amigo quien nada más ver a los soldados me dijo ... éstos no han pasado por la peluquería. El efecto en los soldados era menor pues iban relativamente cortitos, pero había un mando canoso en el que el efecto era más bien defecto. Bueno, el caso es que pasaron, pasaron ellos y pasó la Virgen y entonces fue el mágico momento en el que decidimos emprender el camino de vuelta a casa :-).
Así que ¿quién sabe?. Lo mismo visto el éxito de este año el año que viene repito ... o no ;-).
Un saludo, Domingo.
El caso es que allí estaba, o mejor dicho, allí estábamos esperando a que saliera cuando veo pasar una cara ... o casi mejor dicho una complexión conocida. ¡Si parece Giovanni!. Y no es que lo pareciera, es que era él. Allí estaba con su mujer y una amiga de la mujer. Giovanni como buen ateo se sabía de dónde salen y por dónde pasan todas las procesiones y su mujer como buena mujer lo convenció para que la llevase. Nada de lo que extrañarse. Pues eso, que ya me pasé por allí, los saludé y estuve departiendo un rato. Hablamos del trabajo, para no variar. De los franceses, de los jefes y de los subordinados ... no quedó títere con cabeza :-). Hablamos también de la Solaris, las problemáticas bases de datos y los tejemanejes para poder ir tirando.
Hablamos un poco de todo, pues su mujer casi que se cabreó un poco de tanto hablar de trabajo y ya, entre otras cosas, estuvimos hablando de la televisión, o mejor dicho de Goku que es la serie que le están poniendo a su hijo :-). Por cierto, su hijo (en casa) lucía un buen chichón, el típico chichón que se produce Spiderman cuando lucha con el Doctor Octopus, y no calcula bien la caída, pero afortunadamente no fue nada más. Estuve con ellos hasta casi las 12 o así que sería cuando empezaba a salir la Virgen, momento en el que yo volví con mis amigos.
En ese momento, tras cambiarnos estratégicamente de posición, vimos la esperada salida. Esperada por los devotos mucho más que por nosotros, imagino. Pues la Esperanza llevaba unos años que no salía por las lluvias. Tras ver la salida, sobre las 00:30 estábamos en posición para ver al Cristo de Mena, el de la Buena Muerte. El paso estaba previsto sobre la 1:00 y procedimos a esperar pacientemente entre la multitud. Ahí volví a confirmar que no me atraen las aglomeraciones y eso que la zona no estaba tampoco especialmente concurrida. Una cosita normal. Durante el tiempo de espera tuve la posibilidad de darme cuenta de diferentes cosas:
- Estas aglomeraciones son distintas a las de la feria. Las calles están moderadamente limpias (o moderadamente sucias) pero no va la gente doblada de alcohol (hablo sólo de la 1 o las 2 de la mañana, del resto no me responsabilizo) ni huele todo a ... lo que fuera que olía en feria.
- La Semana Santa tiene su protocolo. Por ejemplo, no hay que dejar pasar a la gente hacia el otro lado pues pueden tener la intención de colarse y ponerse en un lugar que por méritos (tiempo de espera) no les pertenece.
- Las niñas/mujeres van de gala. Había más de una y más de dos que ...
- La gente que te toca delante puede parecerse de forma increíble a un primo tuyo en cuanto a habla, comentarios y modos.
- No hay ningún problema por llevarte niños de meses o años hasta las tantas, ya sea dormidos o despiertos.
- Yo no soy el único que acaba con los pies destrozados :-).
- 7 de cada 5 personas ¡como mínimo! tiene una cámara digital que apunta impenitentemente hacia cualquier lado, en particular a las caras de los "desfiladeros" que no sé cómo no se quedan ciegos
- Se espera que la legión cante el himno. Si no lo cantan les abuchean :-O (creo que es parte del protocolo). Imagino que siempre habrá sido así, pero si alguna vez no lo fue, creo que esto indicaría que vamos avanzando al modelo americano de la fiesta entendida como espectáculo en vez de sentimiento (me recuerda aquella misa de Gospel a la que asistí en Chicago).
- El trono se paró justo enfrente mía. Yo estaba justo en la vertical y la imagen era ciertamente bonita, debería haberme llevado mi cámara. ¡Quién me ha visto y quién me ve!. Eso sí, había justo en medio una imagen como de una cabeza cortada, pero no es que estuviera cortada sino que salía del trono. No entendí muy bien el por qué de la cabeza ahí en el "Cristo de la Buena Muerte"
Por otro lado, dando el contrapunto estaba un hombre en su treintena, con las facultades mentales ligeramente mermadas y ataviado de legionario. Según parece intentó entrar y no lo admitieron, pero él lleva el amor al cuerpo dentro y lo pasea durante todo el año, siendo, como no podía ser de otra forma, objeto de burlas por parte del malagueño medio. Vamos lo que en todo el mundo se conocería como un pobre diablo que para colmo no se sabía el himno y lo poco que cantaba lo cantaba a destiempo. Me dio pena que nos metamos (yo el primero) con este tipo de personas.
Después de esos momentos de arrobo por los que probablemente mereció la pena la espera, esperamos de nuevo, aunque esta vez menos, a que pasara la Virgen con la Marina. En ese momento de descanso me puse a pensar en la Semana Santa que estaba viviendo. Por cierto que no pensé en lo trabajosos que están los franceses, eso afortunadamente lo dejé para el lunes próximo cuando volvamos al tajo. Pensé en otras cosas, pensé que la espera se hace más corta si estás con alguien, pensé en que estaba allí cuando podía haber estado parte de esta semana o de la próxima conociendo Alemania, pensé en que quizás no soy tan diferente del resto de la gente y que incluso podría gustarme ver procesiones por televisión y probablemente pensaría en más cosas de las que ahora no me acuerdo.
Y en esto que llegó la marina, bastante descafeinada después de ver la legión y donde además algunos mandos llevaban unas greñas que denotaban no ser conscientes de que allí fundamentalmente aportaban imagen. Me lo hizo notar mi amigo quien nada más ver a los soldados me dijo ... éstos no han pasado por la peluquería. El efecto en los soldados era menor pues iban relativamente cortitos, pero había un mando canoso en el que el efecto era más bien defecto. Bueno, el caso es que pasaron, pasaron ellos y pasó la Virgen y entonces fue el mágico momento en el que decidimos emprender el camino de vuelta a casa :-).
Así que ¿quién sabe?. Lo mismo visto el éxito de este año el año que viene repito ... o no ;-).
Un saludo, Domingo.
1 Comments:
En fin, Domingo, ya se que te tengo abandonado, pero de vez en cuando te sigo leyendo.
Un beso.
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