Estoy viejo
Y todavía no han dado los 30 en mi reloj biológico. Pero hoy más que nunca estoy viejo.
Estaba yo preparado para subir todo lo subible al piso, no sé cuántos metros cuadrados de suelo, paredes de cocina y de cuartos de baño. ¿He dicho que lo estaba?, rectifico, creía que lo estaba. Me llamaron sobre las 15:30 diciéndome que me estaban esperando allí para recibir el pedido a lo que yo respondí .... "¿Pero no habían quedado en llamar antes?". En fin, un fallo lo tiene cualquiera y hacia allí me fui con mi hermano. Llegué y mi hermano procedió a ir a recoger al mulo de carga que nos iba a ayudar. Que conste que lo digo con cariño, admiración y cierta envidia. Pero es que un chaval de 16 años que levanta en el gimnasio más que un culturista, que lanza peso como el insigne leonés Manuel "Supermán" Martínez, disco como el casi tan ilustre canario Mario Pestano, que machaca en una canasta de 3 metros, hace artes marciales, capoeira y todo esto con un físico como el de Shaquille O'neal pero de tres tallas menos .... es una mala bestia :-D.
El plan de acción que mi mente pergeñó en un momento fue el siguiente:
Yo subía todo desde la calle a la planta baja y cuando ellos llegaran traíamos la carretilla de reparto y ellos empezaban a subir las cosas mientras hubiera stock, stock que yo procuraría dentro de mis mediocres facultades que no menguara. Todo salió a la perfección, en el camino me encontré además con un par de vecinillos guiris (4 y 9 años) muy amables que se ofrecieron a echarme una mano. Si llegan a ser españoles lo mismo me arrean una patada en la espinilla en el muy hipotético caso de que yo les pidiera ayuda. Bueno, como decía, todo salió a la perfección. Al principio cogía las cajas pequeñas de dos en dos y tras un par de minutos mis brazos me dijeron que mejor diera más viajes pues las piernas no se estaban enterando mientras que ellos no podían con su alma (¿tienen?). Cuando ellos llegaron una hora después, ya había yo descargado uno de los tres palés ... y ya sólo quedaban dos. Afortunadamente yo estaba fresco como una rosa mustia. Subí a la casa por la carretilla y cuando bajé ya habían ellos quitado un buen trozo del segundo palé, quizás debí haberme hecho rogar y llegar más tarde cuando el segundo palé hubiera sido subido, pero bueno, no caí :-D.
Total que empezamos con el plan trazado y así llegamos al momento en el que yo acabé con el segundo palé y me preguntaba si sería capaz de finalizar el tercero, que por otro lado era el más grande. Le preguntaba al chavalín de 9 años si me veía capaz de conseguirlo y veía la duda reflejada en sus ojos, y eso que no sentía cómo el ánimo abandonaba mis casi inanes brazos. Entonces tuve que subir a pedirle un par de vasos de agua al abuelo del chaval, otro amable guiri. El agua obró efectos milagrosos ... durante 5 ó 10 minutos. Pero algo es algo, y al menos cuando le pedía al niño que contara las cajas que quedaban (era divertido pues sólo contaba las visibles, no las que había debajo :-D), ya iban por veintitantas aunque a mí me parecía que la cantidad que a mí me interesaba rondaba los treinta y tantos.
Y poco a poco ... mejor dicho, una a una, esa cantidad fue bajando hasta que el niño contaba unas 11 cajas restantes, esto es veintitantas reales. Pero también fue bajando el número de cajas restantes que en un momento dado llegó a 10. Fue ése más o menos el momento en el que mi hermano, desaparecido en combate media hora antes, apareció con una garrafa de agua. ¡Qué bien se lo monta!. En fin, yo, a diferencia de Jesús, el chico de 16 años, ya no podía más y cada caja me costaba un mundo moverla. Él en cambio iba y venía corriendo, literalmente corriendo, y seguía cogiendo cajas de dos en dos ... en algunas ocasiones. Yo hacía tiempo que dejé de coger las cajas con las dos manos para pasar a llevarlas al hombro, técnica que no me resultaba desconocida y que a pesar de castigar la espalda, permitía el chorreo constante de una en una que iba dejando vacío el palé.
Las últimas, además contaron con la peculiaridad de que ya ni en el hombro podía con ellas, motivo por el cual subía las escaleras la mitad con la caja al hombro, la otra mitad con la caja cogida como buenamente podía con las manos. Las siete últimas se me hicieron eternas. Las cinco últimas se me hicieron más eternas todavía. Las tres últimas fueron la eternidad infinita que aproveché hasta para pedir el comodín del chaval quien me aseguró que sí, que sería capaz de hacerlo. Ya para la última tuve que descansar, hacer acopio de mis magras fuerzas y en un tiempo récord de eternidad y media fue también para arriba. Ahí ya podía morir en paz. Bueno, no sé si en paz pero morir sí que podía. Eran las 8 de la tarde, llevaba tres horas subiendo cajitas.
Lástima que todavía quedara subirlas cuatro peldaños al ascensor, luego del ascensor hasta el tercero y por último meterlas en casa. Pero mi hermano y su compinche, más su compinche que mi hermano habían aprovechado y lo único que quedaban eran un par de viajes de carretilla. Aproveché para subir, ver cómo estaba quedando todo, tener un conato de contracción muscular involuntaria y dolorosa en el gemelo izquierdo, bajar y acercarme al coche a cambiarme de camiseta. El trabajo estaba hecho. Una vez cambiado, retiré los restos que todavía quedaban por allí (las maderas y el cartón de algunas cajas), tuve otro conato de subida de bolas, perdón de bola del gemelo y aparecieron triunfantes mi hermano y Jesús. Yo estaba para que me sacrificaran allí mismo y me ahorraran el resto de sufrimientos por venir :-S.
Porque sí, no se me ocurrió otra cosa que dejar que mi hermano condujera y ceder amablemente el asiento delantero a tan notable atleta, lo que condujo a un malestar general que se apoderó de mi cuerpo quien casi cede a las tentaciones de expulsar el poco líquido que mi estómago pudiera guardar. Dicho en Román paladino, la conducción de mi hermano es ligeramente brusca, mi estómago sensible de más y me mareé. Una vez dejamos a Jesús, tomé yo el asiento del conductor y mi situación se estabilizó momentáneamente. Empezó otra vez a empeorar justo llegando a mi casa así que tuve que dejar que mi hermano lo aparcara mientras yo me quedaba sentado sintiendo mi sudor frío que el frío viento (quizás era viento a secas) secaba y me hacía sentir mejor. Tras cinco minutos de pasión, fui capaz de subir a casa donde ya los síntomas se me terminaron de pasar.
Bueno, hagamos balance de daños. La rodilla ha aguantado bastante bien tantas escaleras y no creo que mañana suponga mucho problema. El hombro derecho está magullado en su honor y tardará unos días en recuperar el estado indoloro. La espalda si bien me molestaba bastante, ahora está mejor y mañana espero no tener salvo agujetas. Los brazos, no sé si también los antebrazos, serán fuente segura de agujetas mañana. De la mano derecha, los dedos machacados por el terrible balonazo recibido el domingo pasado mantienen el estado amoratado y quejicoso, pero no se advierte ningún empeoramiento en ellos. Y por último, el corazón de la mano derecha muestra orgulloso la afrenta que una inicua astilla del palé le inflingió cuando yo cogía la tercera o cuarta caja de la tarde. Pronóstico ... menos grave. Seguiremos informando.
Un saludo, Domingo.
Estaba yo preparado para subir todo lo subible al piso, no sé cuántos metros cuadrados de suelo, paredes de cocina y de cuartos de baño. ¿He dicho que lo estaba?, rectifico, creía que lo estaba. Me llamaron sobre las 15:30 diciéndome que me estaban esperando allí para recibir el pedido a lo que yo respondí .... "¿Pero no habían quedado en llamar antes?". En fin, un fallo lo tiene cualquiera y hacia allí me fui con mi hermano. Llegué y mi hermano procedió a ir a recoger al mulo de carga que nos iba a ayudar. Que conste que lo digo con cariño, admiración y cierta envidia. Pero es que un chaval de 16 años que levanta en el gimnasio más que un culturista, que lanza peso como el insigne leonés Manuel "Supermán" Martínez, disco como el casi tan ilustre canario Mario Pestano, que machaca en una canasta de 3 metros, hace artes marciales, capoeira y todo esto con un físico como el de Shaquille O'neal pero de tres tallas menos .... es una mala bestia :-D.
El plan de acción que mi mente pergeñó en un momento fue el siguiente:
Yo subía todo desde la calle a la planta baja y cuando ellos llegaran traíamos la carretilla de reparto y ellos empezaban a subir las cosas mientras hubiera stock, stock que yo procuraría dentro de mis mediocres facultades que no menguara. Todo salió a la perfección, en el camino me encontré además con un par de vecinillos guiris (4 y 9 años) muy amables que se ofrecieron a echarme una mano. Si llegan a ser españoles lo mismo me arrean una patada en la espinilla en el muy hipotético caso de que yo les pidiera ayuda. Bueno, como decía, todo salió a la perfección. Al principio cogía las cajas pequeñas de dos en dos y tras un par de minutos mis brazos me dijeron que mejor diera más viajes pues las piernas no se estaban enterando mientras que ellos no podían con su alma (¿tienen?). Cuando ellos llegaron una hora después, ya había yo descargado uno de los tres palés ... y ya sólo quedaban dos. Afortunadamente yo estaba fresco como una rosa mustia. Subí a la casa por la carretilla y cuando bajé ya habían ellos quitado un buen trozo del segundo palé, quizás debí haberme hecho rogar y llegar más tarde cuando el segundo palé hubiera sido subido, pero bueno, no caí :-D.
Total que empezamos con el plan trazado y así llegamos al momento en el que yo acabé con el segundo palé y me preguntaba si sería capaz de finalizar el tercero, que por otro lado era el más grande. Le preguntaba al chavalín de 9 años si me veía capaz de conseguirlo y veía la duda reflejada en sus ojos, y eso que no sentía cómo el ánimo abandonaba mis casi inanes brazos. Entonces tuve que subir a pedirle un par de vasos de agua al abuelo del chaval, otro amable guiri. El agua obró efectos milagrosos ... durante 5 ó 10 minutos. Pero algo es algo, y al menos cuando le pedía al niño que contara las cajas que quedaban (era divertido pues sólo contaba las visibles, no las que había debajo :-D), ya iban por veintitantas aunque a mí me parecía que la cantidad que a mí me interesaba rondaba los treinta y tantos.
Y poco a poco ... mejor dicho, una a una, esa cantidad fue bajando hasta que el niño contaba unas 11 cajas restantes, esto es veintitantas reales. Pero también fue bajando el número de cajas restantes que en un momento dado llegó a 10. Fue ése más o menos el momento en el que mi hermano, desaparecido en combate media hora antes, apareció con una garrafa de agua. ¡Qué bien se lo monta!. En fin, yo, a diferencia de Jesús, el chico de 16 años, ya no podía más y cada caja me costaba un mundo moverla. Él en cambio iba y venía corriendo, literalmente corriendo, y seguía cogiendo cajas de dos en dos ... en algunas ocasiones. Yo hacía tiempo que dejé de coger las cajas con las dos manos para pasar a llevarlas al hombro, técnica que no me resultaba desconocida y que a pesar de castigar la espalda, permitía el chorreo constante de una en una que iba dejando vacío el palé.
Las últimas, además contaron con la peculiaridad de que ya ni en el hombro podía con ellas, motivo por el cual subía las escaleras la mitad con la caja al hombro, la otra mitad con la caja cogida como buenamente podía con las manos. Las siete últimas se me hicieron eternas. Las cinco últimas se me hicieron más eternas todavía. Las tres últimas fueron la eternidad infinita que aproveché hasta para pedir el comodín del chaval quien me aseguró que sí, que sería capaz de hacerlo. Ya para la última tuve que descansar, hacer acopio de mis magras fuerzas y en un tiempo récord de eternidad y media fue también para arriba. Ahí ya podía morir en paz. Bueno, no sé si en paz pero morir sí que podía. Eran las 8 de la tarde, llevaba tres horas subiendo cajitas.
Lástima que todavía quedara subirlas cuatro peldaños al ascensor, luego del ascensor hasta el tercero y por último meterlas en casa. Pero mi hermano y su compinche, más su compinche que mi hermano habían aprovechado y lo único que quedaban eran un par de viajes de carretilla. Aproveché para subir, ver cómo estaba quedando todo, tener un conato de contracción muscular involuntaria y dolorosa en el gemelo izquierdo, bajar y acercarme al coche a cambiarme de camiseta. El trabajo estaba hecho. Una vez cambiado, retiré los restos que todavía quedaban por allí (las maderas y el cartón de algunas cajas), tuve otro conato de subida de bolas, perdón de bola del gemelo y aparecieron triunfantes mi hermano y Jesús. Yo estaba para que me sacrificaran allí mismo y me ahorraran el resto de sufrimientos por venir :-S.
Porque sí, no se me ocurrió otra cosa que dejar que mi hermano condujera y ceder amablemente el asiento delantero a tan notable atleta, lo que condujo a un malestar general que se apoderó de mi cuerpo quien casi cede a las tentaciones de expulsar el poco líquido que mi estómago pudiera guardar. Dicho en Román paladino, la conducción de mi hermano es ligeramente brusca, mi estómago sensible de más y me mareé. Una vez dejamos a Jesús, tomé yo el asiento del conductor y mi situación se estabilizó momentáneamente. Empezó otra vez a empeorar justo llegando a mi casa así que tuve que dejar que mi hermano lo aparcara mientras yo me quedaba sentado sintiendo mi sudor frío que el frío viento (quizás era viento a secas) secaba y me hacía sentir mejor. Tras cinco minutos de pasión, fui capaz de subir a casa donde ya los síntomas se me terminaron de pasar.
Bueno, hagamos balance de daños. La rodilla ha aguantado bastante bien tantas escaleras y no creo que mañana suponga mucho problema. El hombro derecho está magullado en su honor y tardará unos días en recuperar el estado indoloro. La espalda si bien me molestaba bastante, ahora está mejor y mañana espero no tener salvo agujetas. Los brazos, no sé si también los antebrazos, serán fuente segura de agujetas mañana. De la mano derecha, los dedos machacados por el terrible balonazo recibido el domingo pasado mantienen el estado amoratado y quejicoso, pero no se advierte ningún empeoramiento en ellos. Y por último, el corazón de la mano derecha muestra orgulloso la afrenta que una inicua astilla del palé le inflingió cuando yo cogía la tercera o cuarta caja de la tarde. Pronóstico ... menos grave. Seguiremos informando.
Un saludo, Domingo.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home