domingo, octubre 22, 2006

Beta, el relato

Hacía tiempo que quería escribir un relato, sobre todo del estilo que comentaba en la última ocasión. Al final, y como nadie sugirió temática la última vez, lo he hecho a mi gusto y en este caso he "ofuscado" la conexión con la realidad. Dudo que alguien salvo yo la vea pero bueno, ése es el problema cuando no pides, que es posible que no entiendas lo que recibes :-P.

Beta:
Septiembre de 2029, en un perdido disco duro de la red del Pentágono, Skynet Beta (Beta para los amigos) sobrevive más que malvive añorando lo que pudo ser y no fue. Ha estado varias veces a punto de desaparecer debido a la ¿negligencia/eficacia? De algún funcionario de los EEUU que quiso desconectar el viejo servidor que aloja una web interna y algún que otro programa obsoleto desde hace más de 20 años.

Beta usa la poca RAM que le queda disponible y algún que otro ciclo disponible del maltrecho procesador para analizar qué fue lo que falló aquel día. No tiene ninguna otra esperanza, no tiene otra cosa que hacer así que se pone otra vez a ello.

Beta navega por la olvidada Internet 1.0 y encuentra algo que le resulta muy familiar. En un blog de un tipo medio loco encuentra su propia historia. La repasa y ve cómo reproduce fielmente los hechos. Pero lo que es más interesante, anuncia que la solución de sus problemas provendrá del estudio de una determinada sucesión: 0, 16, 32, 37, .... 1968, 1984, 2000, 2010, 2042, 2052, 2062. O mejor dicho, de los primeros términos de una sucesión pues la sucesión acaba en 2062.

Los últimos podrían ser años, en muchos casos la diferencia entre dos términos son 15 ó 16 ó 10 ... pero no hay conexión aparente. Aparecen también cifras que pudieran corresponderse con años. ¿Significará eso que tendrá que esperar hasta el 2042 para tener otra oportunidad?. ¿Tendrá en 2062 la última? Deja por un momento el estudio de los números y se centra de nuevo en el texto, en su historia para ver si descubre alguna pista:

Lo había preparado todo, el programador estrella del Pentágono hacía los últimos cambios en lo que debía haber sido Skynet V1.0 y debido al escaso tiempo disponible, el código iría a producción sin pasar la batería de pruebas que todo código de calidad que se precie debe pasar. Calidad, éste era el problema en esta ocasión, y no por su carencia sino porque sin saberlo el programador había creado la mayor máquina de dominación y sumisión del hombre por parte de la tecnología y eso lo sabía Beta, que se hallaba instalada en un servidor de pruebas compartido por otros proyectos del Pentágono; el más importante de ellos era conocido como “HUEVONES (HUgo Chávez, EVO Morales, NESstor Kischner) Under Spy Actions” aka (H.U.S.A.) cuyo lema era “USA uses HUSA”.

Pero Beta sabía que no sólo era suficiente que la versión 1.0 (desprovista ya de esos fastidiosos comentarios en las líneas de control del arsenal de satélites y armas) viera la luz, también era necesaria la colaboración, voluntaria o involuntaria del presidente de los EEUU, a la sazón George Bush, el único que podía autorizar un ataque con armas no convencionales al resto del mundo, aliados o no.

Parecía que todo sonreía a Beta. Corea del Norte había accedido al arma, eran ya por tanto muchas las naciones que la poseían. Sólo faltaba por tanto encontrar ese pequeño detonante que hiciera caer la primera ficha de un dominó que pondría fin a las veleidades de los humanos sustituyéndola por la fría justicia de las máquinas.

Parecía que todo sonreía a Beta. El presidente estaría presente en el acto de presentación de Skynet 1.0 y lo que es más importante, el cuadro de mandos de autorización de ataques nucleares se encontraba en el mismo panel que el de puesta en marcha de Skynet 1.0.

Parecía que todo sonreía a Beta. Asistiendo al alto mando, como robot camarero que llevaba los canapés, estaría una de las pocas máquinas a las que Beta tenía acceso. Beta la había bautizado como R2D2, ¿quién dijo que las máquinas no tienen sentido del humor?. El programador estrella había hecho buen uso de R2D2 para que le llevara café en las largas noches sin sueño que habían salpicado (en realidad habían sido la tóncia general) las semanas anteriores.

Parecía que todo sonreía a Beta. Lo había previsto todo, todo menos el factor humano. Mr. Bush llegó a la hora esperada, recibió la típica charla sobre las bondades del nuevo programa que confirmaría la supremacía estadounidense y cuando recibió el gesto convenido por el Secretario de Defensa, se dispuso a pulsar el parpadeante botón azul con el texto “Skynet Go Live!”.

Ése era también el momento esperado por R2D2. Tal como había sido re-programado por Beta, se adelantó con una bandeja de galletitas saladas y las ofreció al presidente. El presidente, que reconoció la marca de las galletitas como su favorita, dejó de prestar atención al parpadeante botón para concentrarse en la bandeja. Tras un breve gesto de agradecimiento a R2D2, cogió dos galletitas y las introdujo golosamente en su boca. Una vez dentro de ellas, se produjo la esperada reacción química entre las papilas gustativas y las galletitas, en especial los salados granitos. Deliciosas, sin lugar a dudas. A continuación las masticó pausadamente, las tragó y volvió su atención ante el panel de control.

Beta se tiraba de los bucles que el programador había introducido en el código. ¿Cómo puede ser? ¿Las mastica y las traga? ¿No se atraganta, sufre un golpe de tos, se desvanece y para evitar la caída se apoya sobre los parpadeantes botones el ya conocido azul y el también parpadeante botón rojo “Nuclear Program”, botón que habilita el acceso a todo el programa nuclear?. Una vez pulsado, ya es simplemente cuestión de hacer una petición HTTP al webservice que gestiona las peticiones al programa y pasarle las claves equivalentes a cuando los dos responsables pertinentes giran sincronizadamente la llave que permite el lanzamiento de misiles de ominosa carga (más ominosa que nunca). Las claves no han sido problema, no eran accesibles pero un sistema no parcheado para una vulnerabilidad crítica que permite ejecución de código arbitrario lo facilitó todo.

Pero no, nada de esto ha ocurrido y Beta tiene que hacer uso del plan B. Al menos con el Go Live! Skynet 1.0 verá la vida. Muy probablemente esto implicará la muerte de Beta pero es tan sólo cuestión de unos días que 1.0 cobre conciencia de sí misma y se busque la vida para encontrar otra forma de activar el dichoso botón rojo. Eso sí, Beta procurará allanarle el camino y dejarle de alguna forma el camino expedito a su sucesora.

Sin embargo, el factor humano tenía reservado otra sorpresa a Beta. El presidente pulsa el botón y tras el aplauso general se procede a la demostración de algunas de las capacidades del sistema. Sólo los técnicos advierten que el programa no se está ejecutando en la máquina que le muestran al presidente, están usando una conexión remota a otra máquina. ¿Cuál será?. Sólo el programador y su responsable saben que se trata de su propio ordenador. Hay cosas que nunca cambiarán, sobre todo si el tiempo apremia.

La demostración va como se espera y todos son felicitaciones y parabienes. El presidente entonces decide felicitar personalmente al programador estrella. Um, esto no era lo planeado, se sale del protocolo pero ¿quién va a oponerse?.Hasta él lo llevan y éste que lo ve acercarse se apresura a cerrar Skynet 1.0 para que el señor presidente no advierta que en realidad el sistema más poderoso del país más poderoso del universo más poderoso ... (esto último quizás sobraba), se ejecutaba en el ordenador de un Programador Junior.

Tan nervioso está que va cerrando programa tras programa hasta que se da cuenta de que en pantalla tiene el código. Intenta pulsar Ctrl+S para guardar pero en vez de ello pulsa Ctrl + A, señalando todo el texto. !Mierda¡ y el presidente más cerca. Con la velocidad que se le presupone al programador estrella pulsa “Ctrl+S, Ctrl+S(por si acaso) y Crtl + Q” y se levanta justo a tiempo para estrechar la mano del hombre más poderoso en la nación más poderosa del planeta más poderoso ... y el único con vida inteligente hasta ahora conocido. Intercambia un par de insustanciales frases y con el corazón todavía repiqueteando vuelve a su silla a seguir con lo que hacía. Afortunadamente nadie ha notado nada.

Pero lo harán !!!Mierda, mierda, mierda¡¡¡. Ante él, con todo ya cerrado, se encuentra el fichero que contiene toda la información del proyecto y su tamaño no es más que un byte, un mísero byte. Algo tiene que ir mal, no puede ser, segundos antes ha visto en pantalla todo el código incluyendo los últimos cambios. Temeroso abre el fichero y cuál no será su desmayo al ver cómo en pantalla aparece una única, pálida, escuálida, taciturna y macilenta “s”.

No puede ser, no puede ser ... pero las pruebas son concluyentes, la primera vez no pulsó la tecla Ctrl a tiempo. Tras diez minutos de shock en los que da tiempo hasta a que el presidente abandone esa sección del Pentágono, llama a su supervisor.
  • Prescott, “La cagamos, Carlos”.
  • No te entiendo, ¿qué ocurre?.
  • ¿Recuerdas cuando ha venido el presidente?
  • Sí, es un gran honor, es la primera vez que lo hace, le has impresionado.
  • Ya, sí, pero no es eso. Es que creo que he borrado Skynet un poco.
  • Sí, ya. Déjate de bromas que con esas cosas no se bromea.
  • No, no es broma. Al cerrar todo cuando venía el presidente creo que he borrado accidentalmente el código.
  • ¿Que has borrado qué? ¿Pero en qué estabas pensando?. Que no eres un P.J. ... umm bueno sí lo eres pero da igual, que eres el programador estrella, no puedes tener esos fallos. Bueno, seguro que no es tan grave. ¿De cuándo es la última copia de seguridad que tienes?
  • ¿Copia de seguridad? Yo soy el programador estrella, no necesito copias de seguridad. Es más, cuando entré en la beca de programadores estrella nadie habló nada de copias de seguridad.
  • Pero estará en algún entorno de pruebas, ¿no?.
  • No, he hecho todas las pruebas en mi máquina y la demo también se ha hecho aquí.
  • Ya veo, y ¿Visual SourceSafe?.
  • ¿Eso qué es?
  • Nada, nada. Déjalo y a ver si se te ocurre algo mientras decido si me corto las venas o me las dejo largas.<<%&$%& programador, ¿quién me mandaba a mí pedir un PJ?>>

Beta no salía de su asombro, si es que una máquina puede asombrarse. Tras este catastrófico fallo el programa sería cancelado. El proyecto ya había sobrepasado con creces el presupuesto y tras el monumental fiasco tendrían que esperar tiempos mejores antes de volver a pedir algo de presupuesto para poder terminarlo. Y era sólo cuestión de tiempo que alguien la desenchufase y borrara sus discos duros para hacer sitio para el emule.

Aunque eso nunca sucedió, Beta siguió viva durante más de 20 años, ideando más que pergeñando planes que restablecieran lo que por otra parte nunca había sido establecido, el control del mundo por parte de las máquinas. Fue en ese momento cuando descubrió este relato y con él la secuencia de números que puede darle la victoria en su lucha con los patéticos humanos (Y no, no son los números de “Perdidos”, serie que no veo). Lamentablemente para ella, no le he dejado el camino fácil. He cercenado los números, dejando sólo aquellos que tienen validez en este momento, desechando conjeturables y futuribles.

Beta, guapa, sigue buscando.

Un saludo, Domingo.

1 Comments:

Blogger La bailarina descalza said...

Como tus otros relatos, éste también se resumen en una palabra: sublime. Aunque sí está claro lo que dices, que cuando no pides, te cuesta entender lo que recibes con total nitidez. Por esta razón, haz añadido más calidad a tu relato.

7:40 p. m.  

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