Una realidad que aumenta
A un foro en el que participo enviaron un artículo que se puede leer en la siguiente página:
http://www.periodicotribuna.com.ar/Articulo.asp?Articulo=2470
Este artículo despertó en mí antiguos recuerdos ya casi olvidados que compartí con el grupo. También quisiera compartirlos ahora con aquéllos que esto lean:
Antes de empezar a trabajar colaboré como “participante” (creo que ése era el nombre) en el CPD (Centro Provincial de Drogodependencia) de Málaga que queda bastante cerca de mi casa y era un lugar en cuyas instalaciones habíamos jugado al fútbol durante años sin saber que durante el día aquel antiguo colegio estaba ocupado por unas personas que luchaban por rehabilitar y otras que a veces luchaban por rehabilitarse.
Allí te podías apuntar a algunas de las actividades que se desarrollaban en los talleres de forma gratuita y el único pago que hacías era básicamente tu presencia. Entiendo que la idea era ayudarles a ver que era posible estar entre gente sin problemas de drogas, gente que además los trataba de tú a tú. Yo me apunté al taller de deportes, iba al gimnasio y jugaba al fútbol con estos chicos/hombres.
Conocí a muchos pero en particular dos o tres personas con diferentes historias y un sólo hecho en común: todos habían intentado desintoxicarse y habían recaído múltiples veces. Allí estaba un chico que estaba a la espera de un indulto. Había delinquido hacía muchísimos años y se hallaba ya plenamente rehabilitado. Hacía unos diez años de su última recaída. Había encontrado además un buen trabajo y parecía que todo le iba de cara. Un año después, probablemente durante mis primeras vacaciones en el trabajo, me pasé por allí a saludar a la gente y el monitor me dijo que había vuelto a recaer.
Conocí a un “chaval” con cara de veinteañero que en realidad tenía treinta y dos. Se había divorciado y apenas veía a los hijos. Durante un tiempo estuvo allí, luego desapareció y luego lo vi llegar de nuevo “más zombi”.
Había también un matrimonio de unos treinta años en los que confiaban más y a los que encargaban algunas cosillas. No recuerdo bien pero me suena que alguno de los dos si no los dos tuvo indicios de recaída, justo además cuando los médicos sospechaban de él, dieron positivo los análisis de ella o al revés. Creo que era algo de porros y espero que quedara allí.
Y por último el caso más terrible. Florencio, Floren, un hombre muy simpático, del Barcelona pero muy simpático :-). Tenía cuarenta años y era adicto desde los catorce. Veintiséis años, veintiséis, tirados por el fango. Se dice pronto. Todos sus amigos habían muerto de sobredosis o de sida o de ... cualquier cosa.
Cuando yo lo conocí estaba demacrado. A los meses estaba hecho todo un toro, “cuadrao” que es lo que se suele decir. Había descubierto el gimnasio en una de sus recaídas y desde entonces siempre que podía iba al gimnasio e incluso pensaba en apuntarse a algún torneo de culturistas para mayores. Floren fue con el que trabé más amistad. Recuerdo que una vez lo vi ligeramente desmejorado por la calle y al tiempo apareció por el gimnasio completamente grogui. Es increíble, yo no daba crédito a mis ojos. Cualquier persona que vea la diferencia del enganchado y el que hace una semana que no consume no puede creer que vuelvan a recaer una y otra vez. De igual forma parece increíble que una persona así pueda ir de motu propio a ningún sitio y pedir ayuda para desintoxicarse. Afortunadamente lo hacen, algunos lo hacen.
Sobre Floren, hablando con el monitor, él me comentó que lo sospechaba desde hacía tiempo y sólo quedaba ver cuándo recaería. Por lo pronto la forma de coger volumen muscular no era natural y él sabía que Floren “se pinchaba”. Por otro lado, el hermano le había conseguido trabajo, la enésima vez que lo hacía y según comentaba Floren, la última oportunidad que le daba. Eso era la antesala de la tentación pues trabajo significaba dinero y dinero significaba tentación. Ganó la tentación.
A Floren lo vi por última vez hará tres o cuatro años. Yo salía de donar sangre y él paseaba con su chica o señora o algo así. No recuerdo cómo me la presentó. El caso es que de nuevo no parecía estar en su mejor momento pero no sé si por estar en la cuesta abajo o en la cuesta arriba y la chica en cuestión era un transexual que imagino le daba sobre todo la compañía y el cariño que no había recibido o había rechazado durante los últimos casi treinta años.
Por este motivo, por estos motivos, cuando leo cosas como las que nos mandó Alicia no entiendo cómo podemos permitir que ese tal Paco entre en nuestra familia y se instale definitivamente. Y mientras tanto en los telediarios si la Pantoja o Julián Muñoz son o fueron o serán. Ah, y a dar marchamo de naturalidad a miles de aborregados estudiantes que piden un lugar para emborracharse. También es cierto que yo no hago nada al respecto así que quizás no debería quejarme.
Un saludo, Domingo.
http://www.periodicotribuna.com.ar/Articulo.asp?Articulo=2470
Este artículo despertó en mí antiguos recuerdos ya casi olvidados que compartí con el grupo. También quisiera compartirlos ahora con aquéllos que esto lean:
Antes de empezar a trabajar colaboré como “participante” (creo que ése era el nombre) en el CPD (Centro Provincial de Drogodependencia) de Málaga que queda bastante cerca de mi casa y era un lugar en cuyas instalaciones habíamos jugado al fútbol durante años sin saber que durante el día aquel antiguo colegio estaba ocupado por unas personas que luchaban por rehabilitar y otras que a veces luchaban por rehabilitarse.
Allí te podías apuntar a algunas de las actividades que se desarrollaban en los talleres de forma gratuita y el único pago que hacías era básicamente tu presencia. Entiendo que la idea era ayudarles a ver que era posible estar entre gente sin problemas de drogas, gente que además los trataba de tú a tú. Yo me apunté al taller de deportes, iba al gimnasio y jugaba al fútbol con estos chicos/hombres.
Conocí a muchos pero en particular dos o tres personas con diferentes historias y un sólo hecho en común: todos habían intentado desintoxicarse y habían recaído múltiples veces. Allí estaba un chico que estaba a la espera de un indulto. Había delinquido hacía muchísimos años y se hallaba ya plenamente rehabilitado. Hacía unos diez años de su última recaída. Había encontrado además un buen trabajo y parecía que todo le iba de cara. Un año después, probablemente durante mis primeras vacaciones en el trabajo, me pasé por allí a saludar a la gente y el monitor me dijo que había vuelto a recaer.
Conocí a un “chaval” con cara de veinteañero que en realidad tenía treinta y dos. Se había divorciado y apenas veía a los hijos. Durante un tiempo estuvo allí, luego desapareció y luego lo vi llegar de nuevo “más zombi”.
Había también un matrimonio de unos treinta años en los que confiaban más y a los que encargaban algunas cosillas. No recuerdo bien pero me suena que alguno de los dos si no los dos tuvo indicios de recaída, justo además cuando los médicos sospechaban de él, dieron positivo los análisis de ella o al revés. Creo que era algo de porros y espero que quedara allí.
Y por último el caso más terrible. Florencio, Floren, un hombre muy simpático, del Barcelona pero muy simpático :-). Tenía cuarenta años y era adicto desde los catorce. Veintiséis años, veintiséis, tirados por el fango. Se dice pronto. Todos sus amigos habían muerto de sobredosis o de sida o de ... cualquier cosa.
Cuando yo lo conocí estaba demacrado. A los meses estaba hecho todo un toro, “cuadrao” que es lo que se suele decir. Había descubierto el gimnasio en una de sus recaídas y desde entonces siempre que podía iba al gimnasio e incluso pensaba en apuntarse a algún torneo de culturistas para mayores. Floren fue con el que trabé más amistad. Recuerdo que una vez lo vi ligeramente desmejorado por la calle y al tiempo apareció por el gimnasio completamente grogui. Es increíble, yo no daba crédito a mis ojos. Cualquier persona que vea la diferencia del enganchado y el que hace una semana que no consume no puede creer que vuelvan a recaer una y otra vez. De igual forma parece increíble que una persona así pueda ir de motu propio a ningún sitio y pedir ayuda para desintoxicarse. Afortunadamente lo hacen, algunos lo hacen.
Sobre Floren, hablando con el monitor, él me comentó que lo sospechaba desde hacía tiempo y sólo quedaba ver cuándo recaería. Por lo pronto la forma de coger volumen muscular no era natural y él sabía que Floren “se pinchaba”. Por otro lado, el hermano le había conseguido trabajo, la enésima vez que lo hacía y según comentaba Floren, la última oportunidad que le daba. Eso era la antesala de la tentación pues trabajo significaba dinero y dinero significaba tentación. Ganó la tentación.
A Floren lo vi por última vez hará tres o cuatro años. Yo salía de donar sangre y él paseaba con su chica o señora o algo así. No recuerdo cómo me la presentó. El caso es que de nuevo no parecía estar en su mejor momento pero no sé si por estar en la cuesta abajo o en la cuesta arriba y la chica en cuestión era un transexual que imagino le daba sobre todo la compañía y el cariño que no había recibido o había rechazado durante los últimos casi treinta años.
Por este motivo, por estos motivos, cuando leo cosas como las que nos mandó Alicia no entiendo cómo podemos permitir que ese tal Paco entre en nuestra familia y se instale definitivamente. Y mientras tanto en los telediarios si la Pantoja o Julián Muñoz son o fueron o serán. Ah, y a dar marchamo de naturalidad a miles de aborregados estudiantes que piden un lugar para emborracharse. También es cierto que yo no hago nada al respecto así que quizás no debería quejarme.
Un saludo, Domingo.
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