La fuerza del destino
El destino te depara cosas inesperadas. Sin ir más lejos el viernes me llaman por si quiero ir a un concierto de los 40 principales en la Rosaleda el sábado por la tarde. Lo primero que pensé fue: "Uff, después del partido de la mañana por la tarde voy a estar yo como para un concierto", sin embargo pronto se apoderó de mí un: "¿Qué diablos? Vamos y si duele la cabeza pues que duela, si estoy cansado pues me aguanto y si el domingo estoy hecho unos zorros en el partido ... pues también.
Y con éstas empezó el fin de semana, fin de semana más que predecible por otra parte. Partido de fútbol por la mañana, yendo y viniendo en bici, que hay que recuperar las buenas costumbres. El calor durante el partido agobiante, sudé como nunca, aunque quizás debería decir que como siempre. Mal augurio para el concierto pues la diferencia entre el agua perdida por el sudor y la ingerida durante el partido es directamente proporcional a la magnitud del dolor de cabeza de por la tarde. De hecho, una vez ya en mi casa, después de haberme bebido un litro durante el partido y seguir bebiendo aquí, me pesé y todavía había perdido unos dos kilos (de agua, se presupone).
Luego tuve que salir pues el herrero iba a ir a soldar un barrote de la reja que faltaba, así que para allá fuimos, y mientras él soldaba, yo le daba un barrido, mejor dicho dos, uno visual y otro con la escoba a la casa. ¿Conclusiones?, todavía quedan pequeñas cositas que me tienen que arreglar, y definitivamente el suelo limpio es mucho más bonito que el sucio :-).
Llegué a mi casa hambriento y otra vez deshidratado así que me entregué a una reparadora comida, quizás demasiado rápida. Supongo que estaría un rato con el ordenador viendo entre otras cosas mi equipo de Hattrick ganando de forma insultante al colista del grupo (el pobre se va a despedir con cero puntos) y poco después fui a leer un rato y a descansar antes de que me dieran los datos que necesitaba saber del concierto (no sabía nada, ni hora de comienzo, ni hora a la que quedaríamos, ni duración ni nada).
Al final me llamaron para decirme que el concierto empezaría sobre las nueve y que quedábamos a las ocho y media. A las ocho y cuarto había dejado yo el coche en el aparcamiento del Rosaleda (Centro comercial) y estaba ya al lado de la Rosaleda (Estadio). A y media me llaman para decirme que están buscando aparcamiento y yo no comprendo por qué no lo dejan donde yo. Respuesta, el concierto acaba a la una y media de la madrugada ... ahhh, buen punto que diría un compañero mío de trabajo.
Total que me dirijo al centro comercial y veo que las puertas de la entrada cierran a la hora del último pase del cine, esto es, a las doce y media. Decido que en realidad sabiendo que la duración es tanta, mejor compro algunas vituallas y en todo caso, salgo durante el concierto para sacar el coche. Recordaba que dejaban pasar botellas de agua pero sin el tapón, y como quiera que yo iba a necesitar agua, compré tres de litro y medio. Craso error, dejan pasar botellines sin tapón (supuestamente para que no sean arrojados) pero no botellas. Bueno, tuvimos que guardar las botellas en el coche en que habían venido los otros. Por cierto, como alguien me comentó alguna vez, dentro sí te venden el botellín con tapón. Esas cosas que nunca entenderemos.
Y llega lo realmente interesante, tarde, pero llega. Son aproximadamente las diez cuando empiezan a moverse las cosas entre bambalinas. Salen los chavalines de los 40 a presentar, que si el CostaPop de todos los años, que si éste es especial porque se cumplen 40 años de los 40 etc. etc. Me llama la atención la forma en la que hablan, los símiles que ponen, no sé si es que no lo tenían preparado y estaban improvisando pero en general las presentaciones fueron bastante mejorables. Pero claro, allí no estábamos para ver a los presentadores (aunque las presentadoras ... madre mía, como alguna otra que había por allí), sino a los cantantes y músicos.
Y empieza el concierto, ante nosotros Miken Erentxun. ¿Es Mikel Erentxun?, ¿no habían dicho que iba a salir Diego Martín?. Pues no sé, pero que éste es Mikel Erentxun es fijo. Por cierto, una pena este hombre. Una hora sobre el escenario y la gente sólo se animó en las tres canciones conocidas que cantó. Tiene que hacer una gracia eso de que nada de lo nuevo que compongas pueda siguiera compararse con lo antiguo ...
Acaba Mikel, pasando sin pena ni gloria, o al menos con poca gloria y ahora nuestros queridos presentadores se deleitan, se gustan casi diría yo mientras nos describen las obras y milagros del próximo artista: "Diego Martín". Mientras nosotros nos preguntábamos ... "¿Y a Mikel Erentxun por qué no lo han presentado?". Quizás porque no hacía falta, no sé.
Pues eso, que llega Daniel y en una actuación más cortita, unos 40 minutos nos cuenta o nos canta su disco. Y digo su disco porque aproximadamente canta ocho canciones y su hasta ahora único disco tiene once. Evidentemente la gente se enardeció cuando cantó "Déjame verte", aunque fuera sin Raquel del Rosario.
Y llegamos a la parte que yo más esperaba. Reconozco que Revólver me gusta cada vez más, quizás en parte por aquello de "Y correr dicen que es cosa de cobardes" :-). Eran las doce menos diez y consideré que el tiempo de descanso entre artistas es el adecuado para ir a sacar el coche del parking. Me equivoqué ligeramente, no es el adecuado sino el justo :-). Mientras volvía, llegando a la entrada del estadio, escucho la presentación a Carlos Goñi. Entro mientras cantaba la primera canción y a los pocos minutos, nos movemos de sitio, buscamos las agradecidas gradas donde posar nuestras posaderas (perdón por las redundancias) y dejar reposar (perdón por la tridundancia) nuestras cansadas piernas. Pero va a ser que no, aquello es coto VIP y nosotros nos conformamos con tirarnos por el suelo en una de las zonas más limpias o menos sucias.
Bueno, en realidad allí se quedaron todos menos yo. Yo aproveché los excedentes de cansancio que mi cuerpo había producido durante el día para arrastrarme hasta una valla amiga donde casi me echo una siesta. Pasados unos minutos allí se sentó también una joven mami con su bebé en el carrito cubierto por una manta. Y allí estábamos todos sufriendo (yo por estar al lado y las mamis de mi grupo que lo habían visto), por el bebé. Estábamos en una de las zonas mas ruidosas pues el escenario se encontraba a unos 15 metros a nuestra izquierda. Y el pobre niño o la pobre niña allí aguantando el tirón. La madre de vez en cuando levantaba la manta (imagino que también haría mucho calor con esa manta puesta) y escuchaba a ver si lloraba, aparentemente sí pues entonces mecía el carrito. Poco después se sentó con ellos el padre (imagino) de la criatura con su sandwich de máquina y su cervecita. ¡Anda que ....!
Quitando ese mal rato, yo me senté de espaldas al escenario y desde esa extraña posición (no se veía nada, ni video-wall, ni escenario ni nada, sólo la gente del fondo y la luna encima de ellos. No hubo nada lo suficientemente importante como para hacerme salir de mi reparadora postura, salvo que me levanté un par de veces para hacer unas fotos. El amigo Carlos Goñi tampoco me ayudó mucho pues quitando dos o tres canciones, el resto tampoco eran conocidas (para mí), y faltaron al menos dos de las míticas de Revólver, "El peligro" o "El roce de tu piel". Aproveché pues este tiempo para descansar y además ver a lo que se dedicaba la gente. Había una pareja de enamorados haciéndose cien fotos con el móvil, cien fotos que no salían bien (normal sin luz). Había tres o cuatro niñas de unos doce o trece años tiradas por el suelo como si estuvieran en la piscina. Había también un par de niñas que tras diez o quince minutos pidiéndole al guarda de seguridad que las dejara pasar a la zona VIP con sus amigas ... ¡lo consiguieron!. Además una le dio un beso (casto) de agradecimiento. Si es que equivoqué mi profesión :-).
Y ya sobre la una de la mañana o así, se despide un poco humeante revólver para dar paso a la atracción de la noche. Una pre-presentación del espectáculo "La fuerza del destino" que comenzará pronto y en el cual una Ana Torroja en muy buena forma hará deleitar tanto a los siempre fieles seguidores de Mecano como a los no tan fieles o no tan seguidores pero que no dejan de disfrutar con su música.
Ahora que lo pienso, esta parte del concierto se pasó rapidísimo, y es hasta cierto punto normal, todo el mundo sabía las canciones, todo el mundo las cantaba, todo el mundo las disfrutaba. Era lo que todo el mundo esperaba, y no había más que ver cómo se acercaron/nos acercamos al escenario para comprobarlo.
Entre canción y canción nos presentó a toda la troupe que la acompaña y parte de la cual la acompañará durante la gira. Entre canción y canción tampoco dejó de decir el trabajo que le costaba cantar las canciones, porque se emocionaba, porque eran muchos recuerdos los que le traían cada una de ellas. No sé si un incondicional notaría la diferencia, yo al menos no noté nada.
Creo que disfruté como un enano, entre otras cosas pues el descanso me había dejado nuevo. El dolor de cabeza que me acompañó durante toda la tarde, de forma más intensa cuando fui a por el coche, desapareció como por ensalmo y sólo ahora me doy cuenta de que al final logré deshacerme de él. Eso entre otras cosas me permitió disfrutar sobremanera de la canción “Luna” y el ¿picado/fundido? en el video-wall con la luna de Málaga. Y también de la luz de los mecheros (y algún que otro móvil) en ésta y otras canciones.
El momento cumbre fue el final de la actuación, o al menos el supuesto final porque la gente tenía claro que habría bises sí o sí. Ahí me di cuenta cómo funcionaba esto de los bises, una especie de pacto entre artista y público, una especie de juego. Tú amenazas con irte y según responda el público así respondes tú. Ana hizo un amago de irse, de cantar la última, el público aceptó el engaño y embistió noblemente con su "Otra, otra". Así que hubo otra más. En esto que se retiraron y la gente no se lo creía ... no podía ser. Empezaron los silbidos mezclados con tenues "Otra, otra". Tras un par de minutos de incertidumbre salieron y cantaron otra. A todo esto, el ritmo de los bises iba in crescendo.
Tras esta canción se vuelven a ir, pero aparecen tres sillas en el escenario, otra señal más de que los bises estaban más que preparados. Efectivamente salen de nuevo y nos deleitan con casi la última canción (no recuerdo orden ni títulos). Y tras ésta llega la que realmente fue la última, una canción desconocida para mí, con un ritmo brutal, diría yo y que entusiasmó a los presentes sabedores de que no había más cera que la que ardía, wysiwyg.
Acabó la canción y todo el mundo para su casa, eso sí, no hubo despedida de locutores de radio ni nada, no sé si todos los años será así. Bueno, he dicho que todo el mundo para su casa, pero no es totalmente cierto. Eran aproximadamente las dos y media y mis acompañantes procedieron a ir al centro de marcha para acabar la noche como Dios manda. Yo, que ya había anunciado la intención de abandonarlos en ese mismo momento sólo tuve que declinar la invitación un par de veces. Mi prima lo intentó, pero esta vez yo sí que tenía el coche cerca y sabía que sus ruegos serían inútiles :-). Di las gracias a la chica que había proporcionado las invitaciones, me despedí de todos y con mis oídos zumbando como pocas veces los he oído zumbar, y mi coche volví a casa. Volví a tiempo para comprobar que un apagón general había dejado mi barrio sin luz y que por tanto no tuve más remedio que recurrir a la polivalente luz del móvil para dejar las cosas, deshacer la cama y acostarme ... al día siguiente, hoy, me esperaba otro partidito de fútbol de estos graciosos. Pero eso es ya otra historia :-).
Un saludo, Domingo.
Y con éstas empezó el fin de semana, fin de semana más que predecible por otra parte. Partido de fútbol por la mañana, yendo y viniendo en bici, que hay que recuperar las buenas costumbres. El calor durante el partido agobiante, sudé como nunca, aunque quizás debería decir que como siempre. Mal augurio para el concierto pues la diferencia entre el agua perdida por el sudor y la ingerida durante el partido es directamente proporcional a la magnitud del dolor de cabeza de por la tarde. De hecho, una vez ya en mi casa, después de haberme bebido un litro durante el partido y seguir bebiendo aquí, me pesé y todavía había perdido unos dos kilos (de agua, se presupone).
Luego tuve que salir pues el herrero iba a ir a soldar un barrote de la reja que faltaba, así que para allá fuimos, y mientras él soldaba, yo le daba un barrido, mejor dicho dos, uno visual y otro con la escoba a la casa. ¿Conclusiones?, todavía quedan pequeñas cositas que me tienen que arreglar, y definitivamente el suelo limpio es mucho más bonito que el sucio :-).
Llegué a mi casa hambriento y otra vez deshidratado así que me entregué a una reparadora comida, quizás demasiado rápida. Supongo que estaría un rato con el ordenador viendo entre otras cosas mi equipo de Hattrick ganando de forma insultante al colista del grupo (el pobre se va a despedir con cero puntos) y poco después fui a leer un rato y a descansar antes de que me dieran los datos que necesitaba saber del concierto (no sabía nada, ni hora de comienzo, ni hora a la que quedaríamos, ni duración ni nada).
Al final me llamaron para decirme que el concierto empezaría sobre las nueve y que quedábamos a las ocho y media. A las ocho y cuarto había dejado yo el coche en el aparcamiento del Rosaleda (Centro comercial) y estaba ya al lado de la Rosaleda (Estadio). A y media me llaman para decirme que están buscando aparcamiento y yo no comprendo por qué no lo dejan donde yo. Respuesta, el concierto acaba a la una y media de la madrugada ... ahhh, buen punto que diría un compañero mío de trabajo.
Total que me dirijo al centro comercial y veo que las puertas de la entrada cierran a la hora del último pase del cine, esto es, a las doce y media. Decido que en realidad sabiendo que la duración es tanta, mejor compro algunas vituallas y en todo caso, salgo durante el concierto para sacar el coche. Recordaba que dejaban pasar botellas de agua pero sin el tapón, y como quiera que yo iba a necesitar agua, compré tres de litro y medio. Craso error, dejan pasar botellines sin tapón (supuestamente para que no sean arrojados) pero no botellas. Bueno, tuvimos que guardar las botellas en el coche en que habían venido los otros. Por cierto, como alguien me comentó alguna vez, dentro sí te venden el botellín con tapón. Esas cosas que nunca entenderemos.
Y llega lo realmente interesante, tarde, pero llega. Son aproximadamente las diez cuando empiezan a moverse las cosas entre bambalinas. Salen los chavalines de los 40 a presentar, que si el CostaPop de todos los años, que si éste es especial porque se cumplen 40 años de los 40 etc. etc. Me llama la atención la forma en la que hablan, los símiles que ponen, no sé si es que no lo tenían preparado y estaban improvisando pero en general las presentaciones fueron bastante mejorables. Pero claro, allí no estábamos para ver a los presentadores (aunque las presentadoras ... madre mía, como alguna otra que había por allí), sino a los cantantes y músicos.
Y empieza el concierto, ante nosotros Miken Erentxun. ¿Es Mikel Erentxun?, ¿no habían dicho que iba a salir Diego Martín?. Pues no sé, pero que éste es Mikel Erentxun es fijo. Por cierto, una pena este hombre. Una hora sobre el escenario y la gente sólo se animó en las tres canciones conocidas que cantó. Tiene que hacer una gracia eso de que nada de lo nuevo que compongas pueda siguiera compararse con lo antiguo ...
Acaba Mikel, pasando sin pena ni gloria, o al menos con poca gloria y ahora nuestros queridos presentadores se deleitan, se gustan casi diría yo mientras nos describen las obras y milagros del próximo artista: "Diego Martín". Mientras nosotros nos preguntábamos ... "¿Y a Mikel Erentxun por qué no lo han presentado?". Quizás porque no hacía falta, no sé.
Pues eso, que llega Daniel y en una actuación más cortita, unos 40 minutos nos cuenta o nos canta su disco. Y digo su disco porque aproximadamente canta ocho canciones y su hasta ahora único disco tiene once. Evidentemente la gente se enardeció cuando cantó "Déjame verte", aunque fuera sin Raquel del Rosario.
Y llegamos a la parte que yo más esperaba. Reconozco que Revólver me gusta cada vez más, quizás en parte por aquello de "Y correr dicen que es cosa de cobardes" :-). Eran las doce menos diez y consideré que el tiempo de descanso entre artistas es el adecuado para ir a sacar el coche del parking. Me equivoqué ligeramente, no es el adecuado sino el justo :-). Mientras volvía, llegando a la entrada del estadio, escucho la presentación a Carlos Goñi. Entro mientras cantaba la primera canción y a los pocos minutos, nos movemos de sitio, buscamos las agradecidas gradas donde posar nuestras posaderas (perdón por las redundancias) y dejar reposar (perdón por la tridundancia) nuestras cansadas piernas. Pero va a ser que no, aquello es coto VIP y nosotros nos conformamos con tirarnos por el suelo en una de las zonas más limpias o menos sucias.
Bueno, en realidad allí se quedaron todos menos yo. Yo aproveché los excedentes de cansancio que mi cuerpo había producido durante el día para arrastrarme hasta una valla amiga donde casi me echo una siesta. Pasados unos minutos allí se sentó también una joven mami con su bebé en el carrito cubierto por una manta. Y allí estábamos todos sufriendo (yo por estar al lado y las mamis de mi grupo que lo habían visto), por el bebé. Estábamos en una de las zonas mas ruidosas pues el escenario se encontraba a unos 15 metros a nuestra izquierda. Y el pobre niño o la pobre niña allí aguantando el tirón. La madre de vez en cuando levantaba la manta (imagino que también haría mucho calor con esa manta puesta) y escuchaba a ver si lloraba, aparentemente sí pues entonces mecía el carrito. Poco después se sentó con ellos el padre (imagino) de la criatura con su sandwich de máquina y su cervecita. ¡Anda que ....!
Quitando ese mal rato, yo me senté de espaldas al escenario y desde esa extraña posición (no se veía nada, ni video-wall, ni escenario ni nada, sólo la gente del fondo y la luna encima de ellos. No hubo nada lo suficientemente importante como para hacerme salir de mi reparadora postura, salvo que me levanté un par de veces para hacer unas fotos. El amigo Carlos Goñi tampoco me ayudó mucho pues quitando dos o tres canciones, el resto tampoco eran conocidas (para mí), y faltaron al menos dos de las míticas de Revólver, "El peligro" o "El roce de tu piel". Aproveché pues este tiempo para descansar y además ver a lo que se dedicaba la gente. Había una pareja de enamorados haciéndose cien fotos con el móvil, cien fotos que no salían bien (normal sin luz). Había tres o cuatro niñas de unos doce o trece años tiradas por el suelo como si estuvieran en la piscina. Había también un par de niñas que tras diez o quince minutos pidiéndole al guarda de seguridad que las dejara pasar a la zona VIP con sus amigas ... ¡lo consiguieron!. Además una le dio un beso (casto) de agradecimiento. Si es que equivoqué mi profesión :-).
Y ya sobre la una de la mañana o así, se despide un poco humeante revólver para dar paso a la atracción de la noche. Una pre-presentación del espectáculo "La fuerza del destino" que comenzará pronto y en el cual una Ana Torroja en muy buena forma hará deleitar tanto a los siempre fieles seguidores de Mecano como a los no tan fieles o no tan seguidores pero que no dejan de disfrutar con su música.
Ahora que lo pienso, esta parte del concierto se pasó rapidísimo, y es hasta cierto punto normal, todo el mundo sabía las canciones, todo el mundo las cantaba, todo el mundo las disfrutaba. Era lo que todo el mundo esperaba, y no había más que ver cómo se acercaron/nos acercamos al escenario para comprobarlo.
Entre canción y canción nos presentó a toda la troupe que la acompaña y parte de la cual la acompañará durante la gira. Entre canción y canción tampoco dejó de decir el trabajo que le costaba cantar las canciones, porque se emocionaba, porque eran muchos recuerdos los que le traían cada una de ellas. No sé si un incondicional notaría la diferencia, yo al menos no noté nada.
Creo que disfruté como un enano, entre otras cosas pues el descanso me había dejado nuevo. El dolor de cabeza que me acompañó durante toda la tarde, de forma más intensa cuando fui a por el coche, desapareció como por ensalmo y sólo ahora me doy cuenta de que al final logré deshacerme de él. Eso entre otras cosas me permitió disfrutar sobremanera de la canción “Luna” y el ¿picado/fundido? en el video-wall con la luna de Málaga. Y también de la luz de los mecheros (y algún que otro móvil) en ésta y otras canciones.
El momento cumbre fue el final de la actuación, o al menos el supuesto final porque la gente tenía claro que habría bises sí o sí. Ahí me di cuenta cómo funcionaba esto de los bises, una especie de pacto entre artista y público, una especie de juego. Tú amenazas con irte y según responda el público así respondes tú. Ana hizo un amago de irse, de cantar la última, el público aceptó el engaño y embistió noblemente con su "Otra, otra". Así que hubo otra más. En esto que se retiraron y la gente no se lo creía ... no podía ser. Empezaron los silbidos mezclados con tenues "Otra, otra". Tras un par de minutos de incertidumbre salieron y cantaron otra. A todo esto, el ritmo de los bises iba in crescendo.
Tras esta canción se vuelven a ir, pero aparecen tres sillas en el escenario, otra señal más de que los bises estaban más que preparados. Efectivamente salen de nuevo y nos deleitan con casi la última canción (no recuerdo orden ni títulos). Y tras ésta llega la que realmente fue la última, una canción desconocida para mí, con un ritmo brutal, diría yo y que entusiasmó a los presentes sabedores de que no había más cera que la que ardía, wysiwyg.
Acabó la canción y todo el mundo para su casa, eso sí, no hubo despedida de locutores de radio ni nada, no sé si todos los años será así. Bueno, he dicho que todo el mundo para su casa, pero no es totalmente cierto. Eran aproximadamente las dos y media y mis acompañantes procedieron a ir al centro de marcha para acabar la noche como Dios manda. Yo, que ya había anunciado la intención de abandonarlos en ese mismo momento sólo tuve que declinar la invitación un par de veces. Mi prima lo intentó, pero esta vez yo sí que tenía el coche cerca y sabía que sus ruegos serían inútiles :-). Di las gracias a la chica que había proporcionado las invitaciones, me despedí de todos y con mis oídos zumbando como pocas veces los he oído zumbar, y mi coche volví a casa. Volví a tiempo para comprobar que un apagón general había dejado mi barrio sin luz y que por tanto no tuve más remedio que recurrir a la polivalente luz del móvil para dejar las cosas, deshacer la cama y acostarme ... al día siguiente, hoy, me esperaba otro partidito de fútbol de estos graciosos. Pero eso es ya otra historia :-).
Un saludo, Domingo.
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