miércoles, noviembre 01, 2006

El final de octubre

Hoy, o mejor dicho ayer, 31 de octubre éramos nuevamente testigos de cómo se nos fugaba un nuevo mes. Y este encima de los de 31 días. Y es que el tiempo vuela.

El caso es que casi desde el principio del día tenía claro que quería escribir sobre el mismo, quizás porque ya tocaba, quizás porque me apetecía, quizás porque de alguna forma quería expresar los pensamientos que por mi cabeza pasan. Y es que a veces los pensamientos pasan por la cabeza como pasan los días y los meses, ésos mismos días y meses que con el actual uno de noviembre nos anuncian que hemos traspasado ya el 83,33% del año (ó los cinco sextos, los aficionados al baloncesto, si alguno hay, habrán reconocido el porcentaje ;-D).

Una de las primeras cosas que hice esta mañana fue cambiar la frase que siempre pongo en el messenger del trabajo. Hoy busqué frases relacionadas con "La Razón" (no el periódico) y la segunda me pareció no sólo acertadísima sino también la más apropiada para mi estado de ánimo actual. La frase no era otra más que:
"Si la razón hace al hombre, el sentimiento lo conduce.", Jean Jacques Rousseau

Y casi al mismo tiempo (aunque en realidad no recuerdo qué hice primero), me envié un mensaje a mí mismo para recordarme que en el blog hablara de la canción "El peligro" de Revólver. Se trata de una canción a la que ya creo que he hecho referencia en alguna otra ocasión aunque si mal no recuerdo, por motivos meramente estéticos. Vamos que me gusta y ya está. Sin embargo, esta vez sí que iba leyendo entre líneas mientras echaba un vistazo a la letra. Casi con toda seguridad, ése era el motivo para reenviarme el enlace con la letra y recordarme así que hablara de ella en el blog.

El resto del día pasó sin demasiada pena o gloria. O quizás debería decir con más pena que gloria pensando en cosas como en proponer algo al comité de empleados cuya misión es presentar a los jefes las inquietudes de los que no somos jefes. En particular se me ocurrió la idea de hacer una "Caravana de mujeres" en la empresa. De hecho, para que fuera un éxito, sólo había que hacer correr el rumor de que yo iría. Hay que reconocer que la idea es buena, sin embargo mi habitual timidez para según qué cosas decidió que mejor que liderar el cambio era liderarlo en la sombra, consiguiendo que alguien hiciera suyas mis ideas. Fracaso absoluto, por supuesto :-).

Llegó el final del día y mientras conducía hacia el piso iba pensando de nuevo en ella. Parece mentira, debido a muchas y variadas circunstancias, parece mentira, pero así es. Sin embargo tenía meridianamente claro que hoy saldría a correr por la playa. Como dice el anuncio del complejo vitamínico ... para los estados carenciales del organismo ... correr y a ser posible por la playa.

Me pasé antes por una tienda y compré un mueble que teóricamente montaré mañana y prácticamente pagaré en un par de meses. El mueble viene en un kit de montaje, dos embalajes de 28 y 32 kilos respectivamente. Aprovechando que era la noche de Halloween, me acordé de todos los ascendientes cuyo estado civil es: "fenecido" del mueblecito de marras. Bueno, el caso es que subí el mueble al piso y me preparé para salir a correr.

A diferencia de la semana pasada, esta vez no llevaba el bañador sino las típicas mallas de corredor, ésas que unidas a la agujereada camiseta no hacían sino ... nada, en realidad tampoco es que hicieran mucho, ni que yo fuera Fermín Cacho. Y así ataviado salí a correr, llegué corriendo a la playa y tras un primer esfuerzo contra la arena suelta, llegué a la orilla donde otra arena más apelmazada a la vez que mojada facilitaba mis evoluciones.

Empecé además con un ritmo más o menos alegre y procurando en todo momento esquivar las traicioneras aguas del Mediterráneo que amenazaban con inundar mi depauperado calzado. Y es que tras varios años corriendo y posteriormente jugando al fútbol con ellas, las zapatillas semirrotas que tengo allí hasta que me lleve las buenas (afortunadamente por la arena no importa tanto si la suela está más o menos gastada o por dónde), tienen algún que otro agujero.

Como decía, con ese trote cochinero a la par que alegre que me caracteriza crucé dos tercios de playa sin ninguna novedad más que el asombro al ver que no pensaba en futuribles, en cosas que podían haber sido pero no eran, en cosas que probablemente tampoco serían, sino en que con un poco de suerte me darán la nota de la prueba de inglés y será lo suficientemente alta como para empezar a estudiar francés y aprovechar además el proyecto actual para aprender con más velocidad.

Y en esto que llegué hasta donde estaban los del "Surfcasting", o pesca desde la playa (gracias Giovanni por el término y el enlace). Los pasé y llegando al final de la playa me encuentro con un señor subsahariano (que es la forma políticamente correcta de decir que el color de su tez a pleno sol es el mismo que el de la tuya con luna nueva) que se metía en la playa y se escondía tras una hamaca, protegido por la seguridad que la escasa luz de la zona y su parapeto le brindaban. Sigo corriendo y a pocos metros del final veo aparecer a un agente de la autoridad motorizado. Mi primera intención es llamar su atención e indicarle dónde se encontraba el fugitivo. Sin embargo un cúmulo de sentimientos y razones hacen que desista. En primer lugar yo estaba lejos del agente y del fugitivo. En segundo lugar dudaba entre si sería un simple indocumentado intentando ganarse la vida honradamente o un ladrón que había robado el bolso que consigo llevaba y en tercer lugar y mucho más importante, tuve miedo de que pudiera identificarme y viniera a pedirme consejo sobre qué ordenador comprarse en un futuro. Así que seguí corriendo y postergué la decisión hasta dentro de unos minutos cuando en dirección contraria fuera más fácil desviarse sibilinamente hacia donde se encontraba el señor agente. Pero esto nunca ocurrió pues pasado un minuto o así la moto partió en la misma dirección por la que vino, pero con diferente sentido.

Pasé de nuevo a mi nuevo amigo subsahariano quien no pareció darse cuenta de que yo estaba allí a pesar de mis ruidosas pisadas sobre la arena. Arena por cierto que se empeñaba en gastarme alguna que otra broma acompañada por su amiga el agua. De hecho, en ese momento volví a ensimismarme y a pensar en las tonterías que escribiría en el blog. Y pensé que correr por la playa está muy bien, pero siempre y cuando no te encuentres situaciones como la anterior y siempre y cuando no te entre flato. Y si te entra flato, por lo menos a la hora de echar los gases para afuera, éstos elijan las vías inferiores en vez de las superiores pues por la cara A, algo te frenarán y por la cara B algo te impulsarán. Es como aquel sketch de Faemino y Cansado donde hacían de superhéroes y en particular uno de ellos hacía de: "el hombre pedo" y al preguntarle el otro cómo viajaba él de un lado para otro respondía ... "Yo me propulso".

Gracias a Dios el flato duró poco y entonces me pude concentrar en el agua, en la arena y en Bruce Lee. Me di cuenta de que además de no pensar en según qué cosas, de hacer deporte y de sentirme bien, estaba siguiendo la famosa (ahora) filosofía de Bruce Lee del "Be like water, my friend". "Put water in a bottle and it becomes the bottle, put water in a teapot and it becomes the teapot. Water can flow, or it can crush, be water my friend.". Creo que eso más o menos es lo que decía. Por cierto, el link lleva a la entrevista completa doblada en español. Pero volviendo al asunto que nos ocupa, me di cuenta de que cuando la marea se internaba en la arena seca, yo me internaba en la arena seca, y que cuando ésta volvía hacia adentro, y dejaba la arena mojada al descubierto, yo volvía a la arena mojada. Yo estaba siendo como el agua, si Bruce me ve me da un beso (o me rompe los piños sin querer porque él no daba golpes, los golpes se daban solitos). Aunque también pensé que en cierta forma yo no estaba siendo como el agua, sino todo lo contrario. Estaba siendo una especie de anti-agua. ¿La explicación?. Cuando el agua decidida y brava llegaba un metro más atrás de la cuenta, yo patética y cobardemente me esforzaba por dar minizancadas semihundido en la arena seca. Sin embargo cuando el agua temerosa, quizás exhausta del largo viaje no podía sino morir antes de la cuenta, allí estaba yo valeroso y presumido pisoteando lo que unos segundos antes había sido territorio del agua. Vale sí, es posible que necesite una mujer en mi vida que me quite todas esas tonterías de la cabeza. Sin embargo fue lo que pensé, no puedo evitarlo.

Seguí corriendo por la playa y eventualmente llegué a otro extremo y de nuevo al punto de origen. No sé cuánto tiempo habré estado corriendo pero no creo que menos de 45 minutos. Además esta vez sólo me mojé un par de veces, otro de los motivos por los que estaba especialmente contento.

Una vez acabada la carrera, tocaba sesión de baño. Estaba sudando y me metí en el agua que estaba fresquita pero no fría. No sé si alguna vez me pueda pasar factura, aunque probablemente en invierno, ahora era más bien una sesión de activación de la circulación sanguínea. Fui entrando poco a poco, acostumbrando sobre todo mis muñecas a la nueva temperatura y pasados unos 5 minutos ya estaba en el agua disfrutando. Parece mentira, 31 de octubre y el agua genial.

A esto que veo pasar por el paseo marítimo lo que parece ser una chica marroquí con la cabeza envuelta en un velo blanco y corriendo a todo trapo. Me llamó la atención en primer lugar lo delgada que estaba y la velocidad a la que corría. Pensé que lo mismo gustaba de practicar deporte, si bien todo resultaba un tanto extraño. De repente paró de correr y siguió andando como si no pasara nada. Unos metros después se encontró con una pareja y les hizo un saludo con la mano. Supuse que sería algún saludo árabe. Bueno, me olvido momentáneamente de la chica, nado un poco (lo poco que mi escasa habilidad y mi categoría "peso plomo" me permiten) y pongo rumbo a casa. Y hete aquí que a mitad de camino me encuentro de nuevo con la chica, sólo que ya pude ver que no era tal chica, sino chico. Y que el traje no era el típico árabe (o quizás sí) sino que estaba disfrazado de fantasma. Y claro, el saludo no era tal saludo sino petición de caramelos :-S. Y yo de pequeño quería ser detective. Menos mal que no me puse a ello.

En cualquier caso, es la primera vez que asisto a un espectáculo de este tipo. Los disfraces de los niños (luego vi un montón de niños con diferentes disfraces) estaban todos muy bien hechos y parecían típicos niños americanos chantajeándote con su "Trick or treat". O su versión española "susto o muerte", versión que me vino de nuevo al pelo para una de las últimas pensadas de la noche. Yendo de camino a casa me di cuenta de lo afortunado que era. Quizás no me hubiera acompañado nadie a la playa, quizás no hubiera nadie esperándome (como en la canción de Revólver) en casa, pero allí estaba yo después de haber estado corriendo y nadando, más feliz que una perdiz. Y si alguien hay de quien yo pudiera pensar ... "ojalá que las cosas hubieran sido de forma diferente", en realidad tengo que quedarme con un ... "pues ella se lo pierde; cuando le dieron a elegir entre susto y muerte, que hubiera elegido muerte" :-P.

Un saludo, Domingo.