El día de las madres
Vi el otro día, el domingo, creo que fue, una entrada en un blog amigo. No pondré el enlace pues no es seguro que el autor o autora lo apreciara. Mejor dicho, sí lo apreciaría pero se moriría de la vergüenza por una cosa tan tonta como ésa. Pues esta vez el blog trataba sobre su madre, no en vano era el día de las madres, y en particular contaba la dedicación y abnegación de la progenitora. Me pregunto si hay alguna que no lo sea, pero la duda dura poco pues las hay infames. Afortunadamente no suele ser lo usual.
El caso es que yo me dije que también le dedicaría una entrada a la mía. Ya que este año no le he regalado nada, ¿qué menos que eso?.
Mi madre es una mujer menuda, de metro cincuenta y algo. Generalmente me pide que le coja las cosas de los estantes altos, de algo tendría que servir mi increíble 1,69. Físicamente, ni gordita ni delgaducha, simplemente normal. Cuenta la gente que yo me parezco a ella, que tengo toda su cara. No lo sé, puede que sea cierto, lo que es seguro es que la constitución física que tengo es la de mi padre (regordete, ancho de espaldas y piernas hercúleas ;-D).
Es la típica mujer abnegada y además también es a veces un pelín cabezona. Probablemente eso le viene de familia y se acrecentó con lo que ha vivido. Mi abuelo era de salud quebradiza y mi abuela más dura que el diamante, extraña pareja. Mi abuelo ya murió, pero mi abuela ahí sigue, con casi 80 años y una vitalidad que ya quisiera yo. Mi madre viene a ser una extraña mezcla de ambos. Tiene problemas de huesos, hay temporadas en que sufre mareos de las "verticales" que diría aquel, pero nunca la he visto quejarse. Hace unos días, de los mareos empezó a vomitar y me resultaba imposible que se acostara a descansar, vivir para ver.
Comentaba que la forma de ser de mi madre se acrecentó con lo que ha vivido. Ella es la mayor de tres hermanos y a sus hermanos prácticamente los crió ella pues mi abuela estaba trabajando. Eso no significa que ella no trabajara, ya con nueve años, hizo la comunión y el vestido lo pagó ella con lo que recibió trabajando en el campo recogiendo fresas. Cada vez que lo pienso, se me cae la cara de vergüenza al pensar que yo empecé a trabajar con 23 años. Pero bueno, también es cierto que los tiempos cambian y no es nuestra culpa. En todo caso, yo con esa edad o poco después, me iba los sábados a ayudar a mi padre a limpiar el autobús. Desde luego que no es lo mismo, pero tampoco puedo reprocharme nada. Siguiendo con mi madre, de vez en cuando hay en televisión algún programa de éstos de entrevista. Y de vez en cuando sale alguien a quien la vida no ha tratado bien y ya con 13, 14 ó 15 años trabajaba. La gente lo dice esperando causar asombro/pena en el respetable y sin duda lo consiguen, pero, claro está, a mí me impresiona un poco menos.
Desde la comunión, pasaron unos años y a los 16, conoció a alguien en la feria de Vélez, mi padre. Él tenía 25 y quedó prendado de ella. Iba y venía con su motillo, una "Lambretta" si mal no recuerdo, de Málaga a Vélez con la suficiente asiduidad como para que aquello prosperara. Estuvieron 7 años de novios y cuando ella tenía 23 y él 32 se casaron. 8 meses después nací yo, ochomesino, así que no hay dudas de cuándo fue el momento de la concepción. Es casi normal, después de 7 años esperando ... pues estaban óvulos y espermatozoides que no había quien los aguantase.
En mi casa nunca faltó de nada, ahora que tampoco sobró. Entre otras cosas porque mi madre no lo hubiera permitido. Buena es ella con las pesetas. Si hace falta se gasta diez para ahorrar una. En alguna entrada ya comenté aquella vez en que me regañaron por haber abierto mi hucha para hacerles un regalo a mis padres :-S. Luego, yo nunca tuve eso que se ha dado en llamar ... una paga. Si necesitaba algo, ella lo compraba. De mi madre he aprendido la costumbre de no desayunar fuera de casa, ni casi de comer o cenar fuera de casa.
Eso ha sido así durante gran parte de mi vida. Lo que ocurre es que, evidentemente, la gente crece, hasta yo he crecido, y llega un momento en que ya no puedes controlarlo todo como quisieras. Ése es precisamente el momento en que mi madre salta con un ... "¿y para qué has comprado un ...?" ó "¿y dónde vas a meter eso?". Y casi es capaz de no usarlo con tal de que vayas a descambiarlo. Eso pasó precisamente el año pasado con el microondas, a todo el mundo que llegaba le contaba que ella quería uno más pequeño pero que yo desobedeciéndola había traído el grande y ... en ese momento yo ya desconectaba. Algo parecido, aunque menos ruidoso fue el teléfono inalámbrico y bien contenta que está ahora con su inalámbrico.
En fin, como se puede ver, es la diosa del ahorro. La que pasados 4 minutos desde que te empezaste a duchar y cuando de repente empiezas a notar el agua fría te pregunta: "¿Apago?" ... y tú dices ... "Sí, anda, apaga". La que compra pan (si no se lo dan) para dejar que se ponga duro y hacer pan rallado. La que escurre los cartones de leche en el vaso, boca abajo para que no vaya a la basura ni una gota. Pero bueno, ¿qué le vamos a hacer?. Es mi madre y estas cosas por raras que puedan parecer sólo merecen una sonrisa.
Es la única persona a la que no corrijo las faltas de ortografía (casi nunca escribe, siempre saca alguna excusa, normalmente que no quiere ponerse las gafas, para hacer que escriba yo) o de vocabulario. Sinceramente, no me siento con fuerza, ¿quién soy yo por muchos estudios o cultura que pueda tener para decirle a mi madre ... "Mamá, eso no se dice así, sino asado"?.
En resumen, es mi madre y a pesar de que ella sabe que siempre puede contar conmigo, y de hecho cuenta, quizás alguna vez debía decirle que la admiro y que la quiero.
Un saludo, Domingo.
El caso es que yo me dije que también le dedicaría una entrada a la mía. Ya que este año no le he regalado nada, ¿qué menos que eso?.
Mi madre es una mujer menuda, de metro cincuenta y algo. Generalmente me pide que le coja las cosas de los estantes altos, de algo tendría que servir mi increíble 1,69. Físicamente, ni gordita ni delgaducha, simplemente normal. Cuenta la gente que yo me parezco a ella, que tengo toda su cara. No lo sé, puede que sea cierto, lo que es seguro es que la constitución física que tengo es la de mi padre (regordete, ancho de espaldas y piernas hercúleas ;-D).
Es la típica mujer abnegada y además también es a veces un pelín cabezona. Probablemente eso le viene de familia y se acrecentó con lo que ha vivido. Mi abuelo era de salud quebradiza y mi abuela más dura que el diamante, extraña pareja. Mi abuelo ya murió, pero mi abuela ahí sigue, con casi 80 años y una vitalidad que ya quisiera yo. Mi madre viene a ser una extraña mezcla de ambos. Tiene problemas de huesos, hay temporadas en que sufre mareos de las "verticales" que diría aquel, pero nunca la he visto quejarse. Hace unos días, de los mareos empezó a vomitar y me resultaba imposible que se acostara a descansar, vivir para ver.
Comentaba que la forma de ser de mi madre se acrecentó con lo que ha vivido. Ella es la mayor de tres hermanos y a sus hermanos prácticamente los crió ella pues mi abuela estaba trabajando. Eso no significa que ella no trabajara, ya con nueve años, hizo la comunión y el vestido lo pagó ella con lo que recibió trabajando en el campo recogiendo fresas. Cada vez que lo pienso, se me cae la cara de vergüenza al pensar que yo empecé a trabajar con 23 años. Pero bueno, también es cierto que los tiempos cambian y no es nuestra culpa. En todo caso, yo con esa edad o poco después, me iba los sábados a ayudar a mi padre a limpiar el autobús. Desde luego que no es lo mismo, pero tampoco puedo reprocharme nada. Siguiendo con mi madre, de vez en cuando hay en televisión algún programa de éstos de entrevista. Y de vez en cuando sale alguien a quien la vida no ha tratado bien y ya con 13, 14 ó 15 años trabajaba. La gente lo dice esperando causar asombro/pena en el respetable y sin duda lo consiguen, pero, claro está, a mí me impresiona un poco menos.
Desde la comunión, pasaron unos años y a los 16, conoció a alguien en la feria de Vélez, mi padre. Él tenía 25 y quedó prendado de ella. Iba y venía con su motillo, una "Lambretta" si mal no recuerdo, de Málaga a Vélez con la suficiente asiduidad como para que aquello prosperara. Estuvieron 7 años de novios y cuando ella tenía 23 y él 32 se casaron. 8 meses después nací yo, ochomesino, así que no hay dudas de cuándo fue el momento de la concepción. Es casi normal, después de 7 años esperando ... pues estaban óvulos y espermatozoides que no había quien los aguantase.
En mi casa nunca faltó de nada, ahora que tampoco sobró. Entre otras cosas porque mi madre no lo hubiera permitido. Buena es ella con las pesetas. Si hace falta se gasta diez para ahorrar una. En alguna entrada ya comenté aquella vez en que me regañaron por haber abierto mi hucha para hacerles un regalo a mis padres :-S. Luego, yo nunca tuve eso que se ha dado en llamar ... una paga. Si necesitaba algo, ella lo compraba. De mi madre he aprendido la costumbre de no desayunar fuera de casa, ni casi de comer o cenar fuera de casa.
Eso ha sido así durante gran parte de mi vida. Lo que ocurre es que, evidentemente, la gente crece, hasta yo he crecido, y llega un momento en que ya no puedes controlarlo todo como quisieras. Ése es precisamente el momento en que mi madre salta con un ... "¿y para qué has comprado un ...?" ó "¿y dónde vas a meter eso?". Y casi es capaz de no usarlo con tal de que vayas a descambiarlo. Eso pasó precisamente el año pasado con el microondas, a todo el mundo que llegaba le contaba que ella quería uno más pequeño pero que yo desobedeciéndola había traído el grande y ... en ese momento yo ya desconectaba. Algo parecido, aunque menos ruidoso fue el teléfono inalámbrico y bien contenta que está ahora con su inalámbrico.
En fin, como se puede ver, es la diosa del ahorro. La que pasados 4 minutos desde que te empezaste a duchar y cuando de repente empiezas a notar el agua fría te pregunta: "¿Apago?" ... y tú dices ... "Sí, anda, apaga". La que compra pan (si no se lo dan) para dejar que se ponga duro y hacer pan rallado. La que escurre los cartones de leche en el vaso, boca abajo para que no vaya a la basura ni una gota. Pero bueno, ¿qué le vamos a hacer?. Es mi madre y estas cosas por raras que puedan parecer sólo merecen una sonrisa.
Es la única persona a la que no corrijo las faltas de ortografía (casi nunca escribe, siempre saca alguna excusa, normalmente que no quiere ponerse las gafas, para hacer que escriba yo) o de vocabulario. Sinceramente, no me siento con fuerza, ¿quién soy yo por muchos estudios o cultura que pueda tener para decirle a mi madre ... "Mamá, eso no se dice así, sino asado"?.
En resumen, es mi madre y a pesar de que ella sabe que siempre puede contar conmigo, y de hecho cuenta, quizás alguna vez debía decirle que la admiro y que la quiero.
Un saludo, Domingo.
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