El final de una semana difícil
Quedan unas cuantas horas para que acabe este viernes y quizás no debería hablar todavía, pero bueno, espero que esta semana se quede aquí (laboralmente hablando).
Esta semana he tenido mi atención dividida entre un curso del que era instructor, y el proyecto del que supuestamente debía desentenderme mientras era instructor. Claro, que eso era sólo la teoría. En la práctica el proyecto no acababa, sino que seguía y es más, cuando yo acababa con el curso, pues el proyecto empezaba conmigo.
Empezó la semana con los franceses y sus urgencias, y lo que es peor, a veces urgencias sobre sus propias contradicciones. En eso pasaron lunes y martes y el miércoles tocaba entrega. Total que en vez de salir a las 7 de la tarde, salí casi a las 11 de la noche. Ahí empecé a sospechar que quizás ésta no iba a ser mi semana. Aunque tampoco sospeché que iba a ser la semana de mi coche.
Esa misma noche, tuve que aparcar en mi calle donde están haciendo obras, y donde ahora más que nunca, hay problemas para aparcar. El ayuntamiento parece que ha decidido convertir en parque para niños una zona donde, por la noche, aparcan decenas largas de coches. No es que yo tenga nada en contra con los niños, válgame Dios, es más, todo lo contrario. Pero sí es cierto que estando mi calle como está rodeada de tres parques similares cada uno de ellos a menos de 100 metros, uno empieza a pensar que quizás quieren que la próxima vez que propongan hacer aparcamientos públicos para que la gente los compre, éstos tengan una mayor aceptación que los que sacaron la última vez y cuyo proyecto finalmente desecharon.
Bueno, el caso es que cuando me levanté, me encontré con que habían cerrado la calle con una valla de señalización. No fue excesivamente grave, moví la valla y pasé. Eso era el jueves, es decir ayer. El día no fue tampoco muy allá, incluyendo una conferencia telefónica con los franceses de hora y media larga en la que no hubo forma de que se enteraran de cosas de las que ya habían escuchado hablar, que habían recibido por escrito en varias ocasiones, a las que no había forma de que respondieran, y de las que encima nosotros éramos los culpables por sólo haber enviado 30 correos y no haber enviado el 31. Vivir para ver o para escuchar.
Si alguien lo piensa, sí, efectivamente debí haber dejado el poleo menta (para esa garganta que tanto sufría en el curso) por una tilita de efectos balsámicos, pero como había curso ... pues nada, poleo. Afortunadamente llegó el jueves por la tarde/noche, y, cómo no, otra vez problemas para aparcar. Aparqué esta vez en el típico sitio donde todo el mundo aparca, pero que teóricamente no es hábil para ello. Esta vez consentí en aparcar allí pues el viernes entraba antes y no habría ningún problema. Craso error ... el viernes, hoy, me levanté y el coche se negaba a arrancar. Encima estaba cuesta arriba por lo que probar suerte con una racha tampoco era factible. Así que llamé a mi hermano al móvil del trabajo para pedirle su coche, y esperando que me colgara. Pude coger su coche pues él había cogido la moto, pero no me colgó, por lo cual no sé cuánto me habrá gastado de saldo esa llamadita.
En fin, me dirigí al trabajo derrotado, contando ya con la factura de la pieza que estuviera rota, más la multa que me pondrían pues evidentemente la semana no podía quedar así. Y efectivamente no quedó así, tras rematar el curso de una forma aceptable, siguió el proyecto y siguieron los franceses. Más de lo mismo. Total, salí a las 4 cuando debía haber salido a las 3. Ahora, se ve que justo ahí empezó a cambiar mi suerte (no debería hablar muy alto). Llegué y no me habían multado, al rato apareció mi padre con una batería y de repente el coche volvió a la vida y ahora ... aquí estoy a ver si me decido a echar cuentas sobre lo que me cuesta arreglar el piso o si directamente me pongo a ver una peli. No sé, algo haremos. Lo único que espero es que la semana ... laboral, haya llegado hasta aquí.
¿En cuanto a la semana que viene?. Ufff, menudo jaleo me espera. Miles de cosas pendientes, hondonadas de hostias que nos van a llover por todos los lados y esta vez, de franceses y españoles. Sin embargo, eso será ya la semana próxima y para eso todavía quedan 48 horas de paz y quietud ;-).
Un saludo, Domingo.
Esta semana he tenido mi atención dividida entre un curso del que era instructor, y el proyecto del que supuestamente debía desentenderme mientras era instructor. Claro, que eso era sólo la teoría. En la práctica el proyecto no acababa, sino que seguía y es más, cuando yo acababa con el curso, pues el proyecto empezaba conmigo.
Empezó la semana con los franceses y sus urgencias, y lo que es peor, a veces urgencias sobre sus propias contradicciones. En eso pasaron lunes y martes y el miércoles tocaba entrega. Total que en vez de salir a las 7 de la tarde, salí casi a las 11 de la noche. Ahí empecé a sospechar que quizás ésta no iba a ser mi semana. Aunque tampoco sospeché que iba a ser la semana de mi coche.
Esa misma noche, tuve que aparcar en mi calle donde están haciendo obras, y donde ahora más que nunca, hay problemas para aparcar. El ayuntamiento parece que ha decidido convertir en parque para niños una zona donde, por la noche, aparcan decenas largas de coches. No es que yo tenga nada en contra con los niños, válgame Dios, es más, todo lo contrario. Pero sí es cierto que estando mi calle como está rodeada de tres parques similares cada uno de ellos a menos de 100 metros, uno empieza a pensar que quizás quieren que la próxima vez que propongan hacer aparcamientos públicos para que la gente los compre, éstos tengan una mayor aceptación que los que sacaron la última vez y cuyo proyecto finalmente desecharon.
Bueno, el caso es que cuando me levanté, me encontré con que habían cerrado la calle con una valla de señalización. No fue excesivamente grave, moví la valla y pasé. Eso era el jueves, es decir ayer. El día no fue tampoco muy allá, incluyendo una conferencia telefónica con los franceses de hora y media larga en la que no hubo forma de que se enteraran de cosas de las que ya habían escuchado hablar, que habían recibido por escrito en varias ocasiones, a las que no había forma de que respondieran, y de las que encima nosotros éramos los culpables por sólo haber enviado 30 correos y no haber enviado el 31. Vivir para ver o para escuchar.
Si alguien lo piensa, sí, efectivamente debí haber dejado el poleo menta (para esa garganta que tanto sufría en el curso) por una tilita de efectos balsámicos, pero como había curso ... pues nada, poleo. Afortunadamente llegó el jueves por la tarde/noche, y, cómo no, otra vez problemas para aparcar. Aparqué esta vez en el típico sitio donde todo el mundo aparca, pero que teóricamente no es hábil para ello. Esta vez consentí en aparcar allí pues el viernes entraba antes y no habría ningún problema. Craso error ... el viernes, hoy, me levanté y el coche se negaba a arrancar. Encima estaba cuesta arriba por lo que probar suerte con una racha tampoco era factible. Así que llamé a mi hermano al móvil del trabajo para pedirle su coche, y esperando que me colgara. Pude coger su coche pues él había cogido la moto, pero no me colgó, por lo cual no sé cuánto me habrá gastado de saldo esa llamadita.
En fin, me dirigí al trabajo derrotado, contando ya con la factura de la pieza que estuviera rota, más la multa que me pondrían pues evidentemente la semana no podía quedar así. Y efectivamente no quedó así, tras rematar el curso de una forma aceptable, siguió el proyecto y siguieron los franceses. Más de lo mismo. Total, salí a las 4 cuando debía haber salido a las 3. Ahora, se ve que justo ahí empezó a cambiar mi suerte (no debería hablar muy alto). Llegué y no me habían multado, al rato apareció mi padre con una batería y de repente el coche volvió a la vida y ahora ... aquí estoy a ver si me decido a echar cuentas sobre lo que me cuesta arreglar el piso o si directamente me pongo a ver una peli. No sé, algo haremos. Lo único que espero es que la semana ... laboral, haya llegado hasta aquí.
¿En cuanto a la semana que viene?. Ufff, menudo jaleo me espera. Miles de cosas pendientes, hondonadas de hostias que nos van a llover por todos los lados y esta vez, de franceses y españoles. Sin embargo, eso será ya la semana próxima y para eso todavía quedan 48 horas de paz y quietud ;-).
Un saludo, Domingo.
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