sábado, enero 21, 2006

Hacer para escribir

Es curioso lo de escribir en un diario en línea. Ya sabía que corres el riesgo de escribir por escribir, o incluso de escribir para echar carnaza a tu magro público. Sé que esto último quizás no es excesivamente correcto pues ni mis textos son inocentes, ni el posible público está compuesto por leones. Pero no pude evitarlo, en general los juegos de palabras me pueden :-). Bueno, retomando el hilo argumentativo inicial, yo era consciente de que esas dos cosas pueden pasar, pero no estaba preparado para una nueva experiencia "bloguera" que no es sino el hacer algo, en parte para después poder escribir sobre ello.

Eso fue lo que me pasó esta semana. Probablemente el miércoles o el jueves, no sé. El caso es que tras un estresante día de trabajo (hasta aquí nada nuevo), salí por la puerta grande, vamos la principal del edificio, y me encaminé en dirección sur-suroeste (en realidad no tengo ni la más remota idea de qué dirección es, pero no me negaréis que queda bien ;-D). Dicho en román paladino, empecé la caminata de unos, no sé, quizás 5 minutos, que se tardan desde el edificio de la empresa, hasta el ominoso descampado donde nos vemos abocados a aparcar. Paro de nuevo para aclarar que lo del descampado es debido a la masificación del parque automovilístico que el PTA de Málaga ha sufrido, sufre y más que va a sufrir en los últimos dos años, corregida, aumentada y agravada por el cierre de lo que anteriormente eran zonas de parking públicas. Quizás otro día saque mi espíritu reivindicativo, si es que algo de él me queda o incluso si es que alguna vez lo tuve.

Volvamos al relato (verídico como los de Paco Gandía). Ese camino del coche al trabajo y del trabajo al coche, sería una parte del "commuting" inglés/americano que incluye todo el viaje desde tu casa al trabajo, ida y vuelta. Eso sí, a la ida, nosotros al contrario que los americanos no vamos andando con un vaso tamaño variable de café, o incluso con una "commuting jar" que es una jarra/termo para que el café no se enfríe. Pues ese camino, ,se hace como el resto del trayecto, de forma inconsciente. Vas pensando en tus cosas, si es que tienes cosas en qué pensar, si es que piensas. Si tienes suerte vas hablando con alguien, generalmente del trabajo, ese mismo que acabas de dejar y al que tienes que volver mañana temprano. Y en los otros casos que pueda haber, yo no sé qué se hace porque voy con el piloto automático y directamente no recuerdo lo que hago.

Eso es generalmente, pero no esta vez, esta vez iba andando y me sentía bien. Extrañamente bien. Además la noche era fresca, que no fría, y yo estaba bien abrigado. Me hubiera gustado ir a mi casa andando y hubiera disfrutado el paseo si mi casa estuviera a media hora, o una hora andando, en vez de a media en coche. Disfruté esos cinco minutillos de caminata pensando preguntándome incluso si mi baja forma física general influía a la hora de apreciar ese particular bienestar.

Me metí en el coche rezongando un poco porque ese "momento" , en cierta manera, mágico llegaba a su fin. Arrancaría, la radio empezará a sonar (que no tronar), metería primera y ... piloto automático. Necesitaba hacer algo diferente, seguir rompiendo la rutina y entonces se me ocurrió:
"Voy a apagar la radio, y voy a escuchar el motor del coche. Es más, esto va para el blog."
Probablemente todos hacemos cosas para romper la monotonía, simplemente escogemos cosas diferentes, y yo esta vez elegí ir escuchando el motor en vez de la radio. Lo elegí y lo hice, que por supuesto son cosas diferentes.

Me pareció interesante, alguna vez he apagado la radio para hablar con alguien fuera del coche antes de salir, y cuando he llegado a mi destino he comprobado que la radio seguía apagada. Durante todo ese tiempo iba oyendo, que no escuchando el motor. Aquel día en cambio iba a saber, entre otras cosas cómo conducía, cómo de bajo o de agudo "canta" mi motor cuando yo lo llevo y, entre otras cosas, también iba a ponerle acompañamiento sonoro consciente a aquellas palabras que me decía mi padre antes de que yo aprendiera a conducir: "El motor te lo va pidiendo", referido sobre todo al cambio de marchas, claro.

Cuando empecé a circular, el sonido del motor fue el típico sonido de un motor, estaba acelerando. Eso no me llamó la atención. De hecho, si nos preguntan ¿cómo suena un motor?, probablemente responderemos con la consabida onomatopeya "Brummm". Y si nos dicen ... "No, no, no, no tan brusco, algo más sostenido", nosotros responderemos "bruuuuuummmmmm" hasta ponernos colorados como el niño del anuncio de Audi. No creo que nadie imitara el sonido de un motor decelerando, y es que el sonido del motor decelerando es tan raro ... Cuando llegaba a alguna zona con retenciones, deceleraba y entonces el motor se volvía más ronco, hasta tosía, y para curarlo tenía que bajar una marcha. A veces podías mantenerlo "con un perfil bajo", sin necesidad de bajar de marcha. Eso sí, luego le costaba más trabajo llegar a un sonido "sano". ¿Qué os voy a contar?. En todo caso, me resultó extraño, como si en cierta forma fuera un sonido no conocido. Lo mismo me pasó cuando mantenía una velocidad constante. También era un sonido raro. Quizás una alternativa que se podría plantear es que se cambiaran los coches para que siempre sonaran como si estuviéramos acelerando. Quizás así los cafres que circulan (por decir algo) por nuestras carreteras, dejarían de acelerar. No sé. A todo esto, ahora caigo en que el sonido del motor de mi coche es rotundo, bien definido, como corresponde a un diesel. Es posible que personas con coches de gasolina, sobre todo modernos digan ... "¿Qué? ¡vaya tontería!, ¡¡si mi coche no suena!!", y estarían en todo su derecho a decirlo :-).

Pues esto viene a ser todo, aunque fijaos en que he liado. Porque prácticamente se puede decir que ahí se queda la anécdota. Luego llegué a mi casa, mejor dicho busqué aparcamiento, eventualmente encontré alguno por algún sitio y justo ahí pasé al modo inconsciente. No sé qué hice hasta llegar a mi casa, ni tampoco en mi casa. Probablemente me bajaría el correo, me ducharía y cenaría. Pero a saber :-D.

En realidad la experiencia, pues no llega a ser anécdota, tampoco tiene mucho más que contar; es, más que nada, toda la parafernalia que le he metido, el cantinfleo, lo que ha hecho que esto se haya alargado hasta aquí cumpliendo con parte del propósito que me marqué cuando lo hice, escribir sobre ello. ¡Qué cosas que pasan!

Un saludo, Domingo.