La naturaleza humana
Es curiosa la naturaleza humana. Muy curiosa. Y te das más cuenta, evidentemente, cuanto más tienes que tratar con seres humanos.
En el trabajo, no ha mucho que tengo que tratar con ellos en el sentido de supervisarlos, orientarlos y reconducirlos si hace falta. Yo fui, no me escudaré en una falsa modestia, un muy buen programador, un programador estrella, un crack, como queráis. No era mérito mío, simplemente se me daba bien. Digamos que es algo genético que me fue concedido y por tanto carente de valor. Imagino que tendría mis fallos como todo el mundo, pero en general la gente quería tenerme en su equipo "porque sacaba mucho trabajo adelante". Ese "mucho trabajo" imagino también que englobaría el propio y el ajeno. Durante el año ominoso de Endesa, además de mi propio trabajo, era el encargado oficioso de ayudar a todos los nuevos en sus duros inicios (como los de casi todos).
No me voy a quejar, sobre todo porque me encantaba aquello (quitando el proyecto en sí y sus maratonianas jornadas). Quiero decir que siempre que he podido he echado una mano a la gente, y por otro lado, cada nuevo error era una especie de nuevo reto intelectual.
Pero lo que sí que es cierto, es que no pude desarrollar ninguna habilidad relativa al trato con la gente. Quizás la única fue la de la hipocresía cuando tenía que animar y consolar a gente que yo personalmente pensaba que debían dejar el trabajo y dedicarse a otra cosa.
Esta situación cambió hará un año y medio o así. Entonces fue cuando realmente tuve que asumir la categoría que nominalmente tenía desde hacía unos años. Me tocó supervisar cuando no controlar a una serie de programadores. Tenía que compaginar la tarea con el asesoramiento en asuntos técnicos e incluso a veces dar hecho lo más difícil con el fin de que todo fuera lo más suave posible. Curiosamente, parece que no terminaba de asumir lo que tenía que hacer, al menos en ciertas cosas como la supervisión de la gente. Y es hasta cierto punto normal, yo estaba acostumbrado a ir cuando se me necesitaba y una vez resuelto el problema, me iba. Aquí las tornas se volvían, cuando yo tenía el problema era cuando tenía que acudir a la gente a preguntar cómo iban y cuánto les faltaba.
Esta situación duró aproximadamente un año, hasta hace unos seis meses cuando cambié de proyecto ... y de vida. Por lo pronto pasé a hacer otro tipo de labores, pero duró poco. A la semana ya me habían pasado a otra sección donde hacía falta la gente con urgencia. Y con el paso a la zona necesitada se esfumaron mis esperanzas de tranquilidad. Llegué en un momento en el que todo bullía y además con la "suerte" de que tuve que suplir en varias ocasiones a mis compañeros más experimentados o a mi jefa superior. Además la propia dinámica del proyecto hizo que tras una "reducción" de plantilla, forzada por la escasez de trabajo, yo pasara a desarrollar un rol superior al que mi categoría indica. Es lo que en el argot se llama "un acting". Haces de, pero no cobras como.
En cualquier caso, yo siempre he tenido presente que estoy para hacer lo que me manden (con unas limitaciones, claro) y esta vez me han mandado hacer de arquitecto. De hecho hago de arquitecto factorial, arquitecto, analista y programador. Pero bueno, para eso estamos, y además soy plenamente consciente de que llegado septiembre es difícil que haya promoción y que en el próximo proyecto entraré a trabajar de lo que haga falta; ejemplos no escasean. Pero eso no quita que me hayan asignado un trabajo y lo intente hacer lo mejor que pueda, incluyendo las partes desagradables así como las agradables (las menos).
Y he aquí donde entronco con mi idea primera de la naturaleza humana. Una vez que tienes que supervisar a la gente, te das cuenta de que no todo el mundo es como tú. Que hay gente que se escaquea, que hay gente que se pasa todo el día conectada a internet. Que les das un toque de atención y parece que no fuera con ellos. Y piensas ... "a mí me dicen que no es un comportamiento aceptable tener todo el día una página abierta con un juego de naves que tienes que mirar cada dos por tres, porque si no atacan tu planeta y te roban los recursos" ... y me muero de la vergüenza. Aparte de no abrir un explorador de internet en toda mi vida. Pero no, la gente (no sé si ahora) está hecha de otra pasta.
Ves también que está el típico listillo, el que iba para comercial pero equivocó la profesión y las dos primeras veces que te cuenta lo bien que lo ha hecho todo y cómo lo ha probado, te lo crees. El problema es que ya la tercera canta un poquito. Ves también al que no puede más, porque no da más de sí, y te da pena pero piensas ... "es una pena, sólo con que fuera un pelín más despabilado ...". Ves también a gente competente, una especie de compendio entre la actitud y la aptitud que tienen unos y otros ... pero que éste además aúna. Ves a gente despreocupada ... "bahhhh, pero si eso no lo van a probar, no se van a dar cuenta de que falla". Ves a gente autocrítica ... "sí, ése es fallo mío, ahora lo corrijo". Es decir ves de todo un poco. Ves lo que es la gente y su naturaleza.
Y precisamente relacionando mi posición actual con la naturaleza de la gente, lo que me ha pasado hoy. Había comentado con un par de compañeros la evolución tan positiva que llevaba en las últimas semanas uno de los que yo había pensado que ... "no daba para más". Cierto es que ha tardado pues como 8 meses o así en demostrarlo, pero eso no quita que me equivocara. Era momento de reconocer el error y por ende la buena evolución y viceversa. Así que le mandé un correo a mi jefe poniendo en copia al chaval en cuestión, manifestándole lo contentos que estábamos en el equipo con la evolución que estaba llevando y animándole a que siguiera así. Como consecuencia posterior, el chaval, que estaba propuesto para ser cedido a otro proyecto, sigue con nosotros y otros más "disolutos" tendrán que demostrar ahora su valía.
Sin embargo, no ha sido esto lo que me ha movido a contar todo este discurso sin motivo aparente. Lo que me ha movido es que tan sólo un minuto después de leer el correo, ha llamado a otro programador que tengo a mi lado y se ha ido con él a la cafetería. Lo de la cafetería es lo de menos, lo de más, que seguro que le ha contado el correo de felicitación. ¿Y cuál es el problema? Pues que al otro no le he mandado ningún correo de felicitación por el cambio de actitud y aptitud mostrados pues él siempre las ha tenido. ¡Cómo me recuerda esto a la fábula del hijo pródigo!.
Pero al contrario que en la fábula, sí le daré aunque sea un carnero para que se lo coma con sus amigos. No en vano se trata de uno de los programadores con menos experiencia, pero que mejor ha respondido y lo sé bien puesto que se puede decir que es mi mano derecha. Total, que mañana probablemente coja y me tome un poleo menta con él para explicarle que con él estamos todavía más contentos, y quizás aproveche ya para tomarme una manzanilla con un tercer programador y decirle que tiene que centrarse más, pues éste es de los de .... "pero si eso no lo van a probar". Curiosa la naturaleza humana, muy curiosa.
Un saludo, Domingo.
En el trabajo, no ha mucho que tengo que tratar con ellos en el sentido de supervisarlos, orientarlos y reconducirlos si hace falta. Yo fui, no me escudaré en una falsa modestia, un muy buen programador, un programador estrella, un crack, como queráis. No era mérito mío, simplemente se me daba bien. Digamos que es algo genético que me fue concedido y por tanto carente de valor. Imagino que tendría mis fallos como todo el mundo, pero en general la gente quería tenerme en su equipo "porque sacaba mucho trabajo adelante". Ese "mucho trabajo" imagino también que englobaría el propio y el ajeno. Durante el año ominoso de Endesa, además de mi propio trabajo, era el encargado oficioso de ayudar a todos los nuevos en sus duros inicios (como los de casi todos).
No me voy a quejar, sobre todo porque me encantaba aquello (quitando el proyecto en sí y sus maratonianas jornadas). Quiero decir que siempre que he podido he echado una mano a la gente, y por otro lado, cada nuevo error era una especie de nuevo reto intelectual.
Pero lo que sí que es cierto, es que no pude desarrollar ninguna habilidad relativa al trato con la gente. Quizás la única fue la de la hipocresía cuando tenía que animar y consolar a gente que yo personalmente pensaba que debían dejar el trabajo y dedicarse a otra cosa.
Esta situación cambió hará un año y medio o así. Entonces fue cuando realmente tuve que asumir la categoría que nominalmente tenía desde hacía unos años. Me tocó supervisar cuando no controlar a una serie de programadores. Tenía que compaginar la tarea con el asesoramiento en asuntos técnicos e incluso a veces dar hecho lo más difícil con el fin de que todo fuera lo más suave posible. Curiosamente, parece que no terminaba de asumir lo que tenía que hacer, al menos en ciertas cosas como la supervisión de la gente. Y es hasta cierto punto normal, yo estaba acostumbrado a ir cuando se me necesitaba y una vez resuelto el problema, me iba. Aquí las tornas se volvían, cuando yo tenía el problema era cuando tenía que acudir a la gente a preguntar cómo iban y cuánto les faltaba.
Esta situación duró aproximadamente un año, hasta hace unos seis meses cuando cambié de proyecto ... y de vida. Por lo pronto pasé a hacer otro tipo de labores, pero duró poco. A la semana ya me habían pasado a otra sección donde hacía falta la gente con urgencia. Y con el paso a la zona necesitada se esfumaron mis esperanzas de tranquilidad. Llegué en un momento en el que todo bullía y además con la "suerte" de que tuve que suplir en varias ocasiones a mis compañeros más experimentados o a mi jefa superior. Además la propia dinámica del proyecto hizo que tras una "reducción" de plantilla, forzada por la escasez de trabajo, yo pasara a desarrollar un rol superior al que mi categoría indica. Es lo que en el argot se llama "un acting". Haces de, pero no cobras como.
En cualquier caso, yo siempre he tenido presente que estoy para hacer lo que me manden (con unas limitaciones, claro) y esta vez me han mandado hacer de arquitecto. De hecho hago de arquitecto factorial, arquitecto, analista y programador. Pero bueno, para eso estamos, y además soy plenamente consciente de que llegado septiembre es difícil que haya promoción y que en el próximo proyecto entraré a trabajar de lo que haga falta; ejemplos no escasean. Pero eso no quita que me hayan asignado un trabajo y lo intente hacer lo mejor que pueda, incluyendo las partes desagradables así como las agradables (las menos).
Y he aquí donde entronco con mi idea primera de la naturaleza humana. Una vez que tienes que supervisar a la gente, te das cuenta de que no todo el mundo es como tú. Que hay gente que se escaquea, que hay gente que se pasa todo el día conectada a internet. Que les das un toque de atención y parece que no fuera con ellos. Y piensas ... "a mí me dicen que no es un comportamiento aceptable tener todo el día una página abierta con un juego de naves que tienes que mirar cada dos por tres, porque si no atacan tu planeta y te roban los recursos" ... y me muero de la vergüenza. Aparte de no abrir un explorador de internet en toda mi vida. Pero no, la gente (no sé si ahora) está hecha de otra pasta.
Ves también que está el típico listillo, el que iba para comercial pero equivocó la profesión y las dos primeras veces que te cuenta lo bien que lo ha hecho todo y cómo lo ha probado, te lo crees. El problema es que ya la tercera canta un poquito. Ves también al que no puede más, porque no da más de sí, y te da pena pero piensas ... "es una pena, sólo con que fuera un pelín más despabilado ...". Ves también a gente competente, una especie de compendio entre la actitud y la aptitud que tienen unos y otros ... pero que éste además aúna. Ves a gente despreocupada ... "bahhhh, pero si eso no lo van a probar, no se van a dar cuenta de que falla". Ves a gente autocrítica ... "sí, ése es fallo mío, ahora lo corrijo". Es decir ves de todo un poco. Ves lo que es la gente y su naturaleza.
Y precisamente relacionando mi posición actual con la naturaleza de la gente, lo que me ha pasado hoy. Había comentado con un par de compañeros la evolución tan positiva que llevaba en las últimas semanas uno de los que yo había pensado que ... "no daba para más". Cierto es que ha tardado pues como 8 meses o así en demostrarlo, pero eso no quita que me equivocara. Era momento de reconocer el error y por ende la buena evolución y viceversa. Así que le mandé un correo a mi jefe poniendo en copia al chaval en cuestión, manifestándole lo contentos que estábamos en el equipo con la evolución que estaba llevando y animándole a que siguiera así. Como consecuencia posterior, el chaval, que estaba propuesto para ser cedido a otro proyecto, sigue con nosotros y otros más "disolutos" tendrán que demostrar ahora su valía.
Sin embargo, no ha sido esto lo que me ha movido a contar todo este discurso sin motivo aparente. Lo que me ha movido es que tan sólo un minuto después de leer el correo, ha llamado a otro programador que tengo a mi lado y se ha ido con él a la cafetería. Lo de la cafetería es lo de menos, lo de más, que seguro que le ha contado el correo de felicitación. ¿Y cuál es el problema? Pues que al otro no le he mandado ningún correo de felicitación por el cambio de actitud y aptitud mostrados pues él siempre las ha tenido. ¡Cómo me recuerda esto a la fábula del hijo pródigo!.
Pero al contrario que en la fábula, sí le daré aunque sea un carnero para que se lo coma con sus amigos. No en vano se trata de uno de los programadores con menos experiencia, pero que mejor ha respondido y lo sé bien puesto que se puede decir que es mi mano derecha. Total, que mañana probablemente coja y me tome un poleo menta con él para explicarle que con él estamos todavía más contentos, y quizás aproveche ya para tomarme una manzanilla con un tercer programador y decirle que tiene que centrarse más, pues éste es de los de .... "pero si eso no lo van a probar". Curiosa la naturaleza humana, muy curiosa.
Un saludo, Domingo.
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