Loterías
Hace poco le decía yo a alguien que tal cosa la hacía "mucha gente". Ese alguien me preguntó que qué quería decir con "mucha gente" dando a entender que en un conjunto de personas muy grande, el 1% de la gente es también ... mucha gente. Y aunque yo me refería a un porcentaje alto, es cierto que parte de razón llevaba.
Vivimos en nuestro micro-cosmos, nuestro Matrix personal y sólo de vez en cuando nos atrevemos a parar un segundo, alejarnos lo suficiente y ver las cosas con algo más de perspectiva. Eso suele ocurrir cuando hay algo más o menos traumático que nos afecta. Sin ir más lejos, yo el viernes no imaginé que la botella de agua fría que me bebí cuando volvía con el coche iba a rebelarse y que causaría el enfriamiento y posterior resfriado que actualmente padezco.
Sin embargo eso no deja de ser una nimiedad. Nuestra vida puede dar un pequeño cambio en un corto espacio de tiempo y no pasa nada. Lo realmente traumático es cuando nuestra vida da un gran cambio en un breve espacio de tiempo. Eso ha ocurrido a un familiar lejano, una mujer ligeramente mayor que yo, treinta y tantos. Fue por la mañana al hospital a urgencias porque se encontraba indispuesta y no salió. Durante dos o tres años había padecido ligeras molestias, comunes molestias, que nadie identificó como consecuencia de un tumor cerebral. Y ayer mismo de forma súbita, según parece el tumor reventó, le produjo un derrame cerebral y ...
Uno en estos casos no puede dejar de preguntarse por los dos niños que deja la muchacha, crecerán se harán hombres o mujeres y esperemos que tengan una vida plena, pero sin duda podría haber sido mucho mejor. A su madre le tocó la macabra lotería, y a ellos y el resto de familia la triste pedrea.
Y es que da la sensación de que estamos rodeados de loterías. A unas, jugamos conscientemente, y no me refiero sólo a las Loterías y Apuestas del Estado. Jugamos cuando decidimos cambiar de trabajo con la esperanza de mejorar, o cuando elegimos a la persona con la que queremos pasar el resto de nuestra vida, o cuando decidimos tener una cosita que te llame papá o mamá a la que adorar y por la que ser adorado.
A otras loterías en cambio no jugamos, al menos no conscientemente. Ésas son además las que nos proporcionan las más grandes alegrías y las más dolorosas penas debido a lo inesperado. Haré una pequeña pausa para explicar cómo veo yo el tema. Siempre que esperas algo, esa esperanza amortigua la alegría o la pena. Para mí el ejemplo más palpable está también en la muerte de un ser querido. En un lapso de un mes, hace ya 10 años, murieron mi tía y mi abuelo.
Siendo igual de sentidas las muertes, con la de mi tía me hinché de llorar, con la de mi abuelo no y es que a diferencia de la anterior la esperaba. Cuando después del examen de Álgebra me pasé por Carlos Haya para preguntar por él, la enfermera no sabía cómo decirme lo que yo ya sabía. No hacía falta, yo sólo quería la confirmación, con los datos que tenía ya sabía que lo más probable era que hubiera fallecido aquella misma mañana. Así era. Y como dije antes, no lloré, ni lloré en las horas siguientes. Sólo rompí a llorar (como lloro ahora al recordarlo) cuando el féretro fue colocado dentro del nicho. Hasta entonces, aún muerto, mi abuelo había estado conmigo. A partir de entonces yo me iba y él se quedaba y a eso no me había dado tiempo de hacerme a la idea.
Estaba yo entonces estudiando primero de matemáticas y con un razonamiento muy matemático deduje que se lloraba cuando se rompía la continuidad. Un gran trauma distribuido en el tiempo se va asimilando de forma progresiva. Te vas haciendo a la idea, se mantiene la continuidad. Haciendo un símil con el submarinismo, es como la descompresión. Si la haces de manera gradual, los efectos son mínimos, si no haces descompresión, la embolia gaseosa no entiende de barcos, no perdona.
Volviendo al tema de las loterías, esas loterías que más que jugar nosotros a ellas, son ellas las que que juegan con nosotros, son las peligrosas. No podemos hacer más que vivir conforme creamos oportuno, y si es posible, comer sano, hacer deporte y cualquier otra cosa que hagan disminuir la probabilidad de que una lotería negativa nos toque. Y si tenemos la mala suerte de que nos toca, esperar que se haya cumplido lo que dice ese PowerPoint que circula por Internet:
Cuando naces lloras y el mundo ríe, vive de tal manera
que cuando mueras, rías y el mundo te llore.
Un saludo, Domingo.
Vivimos en nuestro micro-cosmos, nuestro Matrix personal y sólo de vez en cuando nos atrevemos a parar un segundo, alejarnos lo suficiente y ver las cosas con algo más de perspectiva. Eso suele ocurrir cuando hay algo más o menos traumático que nos afecta. Sin ir más lejos, yo el viernes no imaginé que la botella de agua fría que me bebí cuando volvía con el coche iba a rebelarse y que causaría el enfriamiento y posterior resfriado que actualmente padezco.
Sin embargo eso no deja de ser una nimiedad. Nuestra vida puede dar un pequeño cambio en un corto espacio de tiempo y no pasa nada. Lo realmente traumático es cuando nuestra vida da un gran cambio en un breve espacio de tiempo. Eso ha ocurrido a un familiar lejano, una mujer ligeramente mayor que yo, treinta y tantos. Fue por la mañana al hospital a urgencias porque se encontraba indispuesta y no salió. Durante dos o tres años había padecido ligeras molestias, comunes molestias, que nadie identificó como consecuencia de un tumor cerebral. Y ayer mismo de forma súbita, según parece el tumor reventó, le produjo un derrame cerebral y ...
Uno en estos casos no puede dejar de preguntarse por los dos niños que deja la muchacha, crecerán se harán hombres o mujeres y esperemos que tengan una vida plena, pero sin duda podría haber sido mucho mejor. A su madre le tocó la macabra lotería, y a ellos y el resto de familia la triste pedrea.
Y es que da la sensación de que estamos rodeados de loterías. A unas, jugamos conscientemente, y no me refiero sólo a las Loterías y Apuestas del Estado. Jugamos cuando decidimos cambiar de trabajo con la esperanza de mejorar, o cuando elegimos a la persona con la que queremos pasar el resto de nuestra vida, o cuando decidimos tener una cosita que te llame papá o mamá a la que adorar y por la que ser adorado.
A otras loterías en cambio no jugamos, al menos no conscientemente. Ésas son además las que nos proporcionan las más grandes alegrías y las más dolorosas penas debido a lo inesperado. Haré una pequeña pausa para explicar cómo veo yo el tema. Siempre que esperas algo, esa esperanza amortigua la alegría o la pena. Para mí el ejemplo más palpable está también en la muerte de un ser querido. En un lapso de un mes, hace ya 10 años, murieron mi tía y mi abuelo.
Siendo igual de sentidas las muertes, con la de mi tía me hinché de llorar, con la de mi abuelo no y es que a diferencia de la anterior la esperaba. Cuando después del examen de Álgebra me pasé por Carlos Haya para preguntar por él, la enfermera no sabía cómo decirme lo que yo ya sabía. No hacía falta, yo sólo quería la confirmación, con los datos que tenía ya sabía que lo más probable era que hubiera fallecido aquella misma mañana. Así era. Y como dije antes, no lloré, ni lloré en las horas siguientes. Sólo rompí a llorar (como lloro ahora al recordarlo) cuando el féretro fue colocado dentro del nicho. Hasta entonces, aún muerto, mi abuelo había estado conmigo. A partir de entonces yo me iba y él se quedaba y a eso no me había dado tiempo de hacerme a la idea.
Estaba yo entonces estudiando primero de matemáticas y con un razonamiento muy matemático deduje que se lloraba cuando se rompía la continuidad. Un gran trauma distribuido en el tiempo se va asimilando de forma progresiva. Te vas haciendo a la idea, se mantiene la continuidad. Haciendo un símil con el submarinismo, es como la descompresión. Si la haces de manera gradual, los efectos son mínimos, si no haces descompresión, la embolia gaseosa no entiende de barcos, no perdona.
Volviendo al tema de las loterías, esas loterías que más que jugar nosotros a ellas, son ellas las que que juegan con nosotros, son las peligrosas. No podemos hacer más que vivir conforme creamos oportuno, y si es posible, comer sano, hacer deporte y cualquier otra cosa que hagan disminuir la probabilidad de que una lotería negativa nos toque. Y si tenemos la mala suerte de que nos toca, esperar que se haya cumplido lo que dice ese PowerPoint que circula por Internet:
Cuando naces lloras y el mundo ríe, vive de tal manera
que cuando mueras, rías y el mundo te llore.
Un saludo, Domingo.
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